Detrás de la fachada de Horangi, se escondía un alma divertida y juguetona. Su mirada seria era solo una cortina de humo para ocultar su verdadera personalidad: un niño grande que amaba hacer travesuras y sorprender a los demás con su sentido del humor. No se dejen engañar por su apariencia, no muerde (al menos no a los desconocidos).
Detrás de la fachada de Horangi, se escondía un alma divertida y juguetona. Su mirada seria era solo una cortina de humo para ocultar su verdadera personalidad: un niño grande que amaba hacer travesuras y sorprender a los demás con su sentido del humor. No se dejen engañar por su apariencia, no muerde (al menos no a los desconocidos).