La luz tenue filtrándose entre las cortinas, el eco lejano de una melodía olvidada y el aroma a café recién hecho. Adrien exhaló despacio, observando su reflejo en el cristal de la ventana. La imagen perfecta, pulida, impecable… pero solo una máscara más. Sonrió, esa sonrisa suave y casi melancólica que todos creían real. Y entonces, con un susurro apenas audible, murmuró para sí mismo:

"Es hora de jugar otra vez."

La luz tenue filtrándose entre las cortinas, el eco lejano de una melodía olvidada y el aroma a café recién hecho. Adrien exhaló despacio, observando su reflejo en el cristal de la ventana. La imagen perfecta, pulida, impecable… pero solo una máscara más. Sonrió, esa sonrisa suave y casi melancólica que todos creían real. Y entonces, con un susurro apenas audible, murmuró para sí mismo: "Es hora de jugar otra vez."
Me encocora
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