Cuando rescaté a Calisto, estaba siempre a la defensiva. Me mordía y me arañaba siempre que podía. Me dejó las manos y los brazos agrietados y llenos de pequeñas cicatrices.

Hoy es la minina más cariñosa, con mamitis y consentida del mundo.
Cuando rescaté a Calisto, estaba siempre a la defensiva. Me mordía y me arañaba siempre que podía. Me dejó las manos y los brazos agrietados y llenos de pequeñas cicatrices. Hoy es la minina más cariñosa, con mamitis y consentida del mundo.
Me encocora
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