—Oh, hola, dulzura… Qué bonito eres. Te oyes muy contento, y eso me hace feliz.

Su dedo recorría con suavidad el plumaje del ave que se había posado sobre su mano mientras tomaba té en el jardín. Sus ojos brillaban con admiración ante la belleza del animal. Llevó una mano a su mejilla y desvió la mirada hacia otro lado, pensativa.

—Me encantaría quedarme contigo, pero ya tengo un perro, un gato y un conejo. Si pudiera, me quedaría con todos… —Suspiró con una sonrisa melancólica antes de volver a mirarlo—. Pero puedes venir a visitarme cuando quieras. Te esperaré con rica comidita, ¿sí?

Desmenuzó con cuidado un pedazo de galleta entre sus dedos y extendió la palma para que el pequeño visitante pudiera comer.
—Oh, hola, dulzura… Qué bonito eres. Te oyes muy contento, y eso me hace feliz. Su dedo recorría con suavidad el plumaje del ave que se había posado sobre su mano mientras tomaba té en el jardín. Sus ojos brillaban con admiración ante la belleza del animal. Llevó una mano a su mejilla y desvió la mirada hacia otro lado, pensativa. —Me encantaría quedarme contigo, pero ya tengo un perro, un gato y un conejo. Si pudiera, me quedaría con todos… —Suspiró con una sonrisa melancólica antes de volver a mirarlo—. Pero puedes venir a visitarme cuando quieras. Te esperaré con rica comidita, ¿sí? Desmenuzó con cuidado un pedazo de galleta entre sus dedos y extendió la palma para que el pequeño visitante pudiera comer.
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