El atardecer teñía el cielo de dorado y carmesí mientras Apolo permanecía en el balcón de su oficina en la imponente torre de Helios Innovations. Desde allí, observaba cómo los mortales se movían por la ciudad iluminada, sin sospechar que los hilos de sus vidas estaban desgarrándose lentamente. Su silueta irradiaba una luz tenue, casi imperceptible, pero cargada de energía contenida. Entre sus manos sostenía un fragmento dorado de hilo, reluciendo como si poseyera vida propia. Apolo suspiró, un gesto extraño para un dios, cargado de una mezcla de frustración y algo que parecía… humanidad.


—El destino, aquel que juré proteger, se deshace frente a mis ojos. Las Moiras han desaparecido en silencio, y los hilos de la humanidad están sueltos, sin control ni propósito. No sé quién se atrevería a desafiar el equilibrio de todo lo que existe, pero no puedo luchar solo.

Girándose, su mirada dorada se clavó en el espacio vacío, como si esperara que alguien respondiera a su llamado. Sus palabras resonaron con una autoridad a todas las mentes del universo.


"Si puedes oírme, seas mortal, inmortal o algo intermedio, debo hablar contigo. El telar del destino ha sido tocado por manos prohibidas, y el caos se está extendiendo. Los eventos que deberían haber sido no son, y las profecías no llegan a cumplirse. Cada ser, cada vida, corre peligro de ser deshilachada, destruida… o peor aún, olvidada."

—Yo, Apolo, hijo de Zeus, Dios del sol, las artes y la verdad, te convoco. No importa si me amas o me odias, si buscas justicia o venganza, porque esta amenaza nos afecta a todos.

Ven a mí si tienes el valor de enfrentarte a lo desconocido. Si tu corazón aún alberga un propósito, te prometo que lucharé a tu lado hasta el último aliento. Pero ten cuidado: no todos los que respondan serán aliados, y mi propia verdad puede no ser suficiente para protegernos a todos.”

Un destello de luz cruzó el cielo, un eco del poder de Apolo que llegó a todos los rincones del mundo. Era un llamado, un desafío, una invitación. A los mortales, a los dioses, a los que viven en las sombras y los que caminan entre la luz. Apolo esperó, porque sabía que este era solo el inicio de algo mucho más grande que él mismo.


(Quién lo desee será bienvenido/a puede responder mi rol por donde más le convenga, yo me adapto a todo.)
El atardecer teñía el cielo de dorado y carmesí mientras Apolo permanecía en el balcón de su oficina en la imponente torre de Helios Innovations. Desde allí, observaba cómo los mortales se movían por la ciudad iluminada, sin sospechar que los hilos de sus vidas estaban desgarrándose lentamente. Su silueta irradiaba una luz tenue, casi imperceptible, pero cargada de energía contenida. Entre sus manos sostenía un fragmento dorado de hilo, reluciendo como si poseyera vida propia. Apolo suspiró, un gesto extraño para un dios, cargado de una mezcla de frustración y algo que parecía… humanidad. —El destino, aquel que juré proteger, se deshace frente a mis ojos. Las Moiras han desaparecido en silencio, y los hilos de la humanidad están sueltos, sin control ni propósito. No sé quién se atrevería a desafiar el equilibrio de todo lo que existe, pero no puedo luchar solo. Girándose, su mirada dorada se clavó en el espacio vacío, como si esperara que alguien respondiera a su llamado. Sus palabras resonaron con una autoridad a todas las mentes del universo. "Si puedes oírme, seas mortal, inmortal o algo intermedio, debo hablar contigo. El telar del destino ha sido tocado por manos prohibidas, y el caos se está extendiendo. Los eventos que deberían haber sido no son, y las profecías no llegan a cumplirse. Cada ser, cada vida, corre peligro de ser deshilachada, destruida… o peor aún, olvidada." —Yo, Apolo, hijo de Zeus, Dios del sol, las artes y la verdad, te convoco. No importa si me amas o me odias, si buscas justicia o venganza, porque esta amenaza nos afecta a todos. Ven a mí si tienes el valor de enfrentarte a lo desconocido. Si tu corazón aún alberga un propósito, te prometo que lucharé a tu lado hasta el último aliento. Pero ten cuidado: no todos los que respondan serán aliados, y mi propia verdad puede no ser suficiente para protegernos a todos.” Un destello de luz cruzó el cielo, un eco del poder de Apolo que llegó a todos los rincones del mundo. Era un llamado, un desafío, una invitación. A los mortales, a los dioses, a los que viven en las sombras y los que caminan entre la luz. Apolo esperó, porque sabía que este era solo el inicio de algo mucho más grande que él mismo. (Quién lo desee será bienvenido/a puede responder mi rol por donde más le convenga, yo me adapto a todo.)
Me gusta
Me encocora
3
3 turnos 1 maullido 589 vistas
Patrocinados
Patrocinados