La tregua había durado poco. El invierno volvía a demostrar que quedaba aún tiempo por delante antes de marcharse. Como cada atardecer, Kazuo se encargaba de encender todos y cada uno de los faroles de aceite del templo.

Fué entonces cuando escuchó el crugir de la nieve tras de él. Este se voltea observado la nueva visita.

- Bienvenido/a ... ¿Puedo ofrecerle algo?...- Preguntó el zorro con esa serena cortesía que tanto le caracterizaba.
La tregua había durado poco. El invierno volvía a demostrar que quedaba aún tiempo por delante antes de marcharse. Como cada atardecer, Kazuo se encargaba de encender todos y cada uno de los faroles de aceite del templo. Fué entonces cuando escuchó el crugir de la nieve tras de él. Este se voltea observado la nueva visita. - Bienvenido/a ... ¿Puedo ofrecerle algo?...- Preguntó el zorro con esa serena cortesía que tanto le caracterizaba.
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