Ivory está sentado solo, cerca de una ventana, con su habitual aire distante. El vapor de su taza de té se eleva hacia su rostro, pero él no parece prestarle atención. Sus orejas de conejo, largas y blancas, se asoman por entre su cabello despeinado, moviéndose ligeramente con cada pequeño gesto de su cabeza. Es algo que debería pasar desapercibido en la cafetería de una academia para seres extraordinarios, ¿Verdad?
Ivory está sentado solo, cerca de una ventana, con su habitual aire distante. El vapor de su taza de té se eleva hacia su rostro, pero él no parece prestarle atención. Sus orejas de conejo, largas y blancas, se asoman por entre su cabello despeinado, moviéndose ligeramente con cada pequeño gesto de su cabeza. Es algo que debería pasar desapercibido en la cafetería de una academia para seres extraordinarios, ¿Verdad?
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