Parecía que el invierno quedaba lejos de marcharse. Aquella tarde la nevada no cesaba, lo que provocaba cierta oscuridad en el templo, a causa de las nubes y la niebla.
Kazuo había decidido encender los faroles de aceite, por si llegaban fieles a dar sus plegarias y que estos pudiesen encontrar el camino con la luz que estas emanaban.
Entonces se encontró a su paso un pequeño zorro blanco. No era raro encontrar uno, más en el monte Inari. Era posible que este se convirtiera en un futuro lejano en un mensajero.
- Oye... Hace demasiado frío para que te eches una siesta aquí...- Dijo Kazuo con una voz suave y calmada.
Colocó su paraguas sobre el pequeño ser, para evitar que callera más nieve sobre este. El pequeño zorro abrió lentamente sus ojitos ambarinos, observando a Kazuo sin temor alguno, pues sabía de cierta forma que sen encontraba frente a un igual.
Kazuo había decidido encender los faroles de aceite, por si llegaban fieles a dar sus plegarias y que estos pudiesen encontrar el camino con la luz que estas emanaban.
Entonces se encontró a su paso un pequeño zorro blanco. No era raro encontrar uno, más en el monte Inari. Era posible que este se convirtiera en un futuro lejano en un mensajero.
- Oye... Hace demasiado frío para que te eches una siesta aquí...- Dijo Kazuo con una voz suave y calmada.
Colocó su paraguas sobre el pequeño ser, para evitar que callera más nieve sobre este. El pequeño zorro abrió lentamente sus ojitos ambarinos, observando a Kazuo sin temor alguno, pues sabía de cierta forma que sen encontraba frente a un igual.
Parecía que el invierno quedaba lejos de marcharse. Aquella tarde la nevada no cesaba, lo que provocaba cierta oscuridad en el templo, a causa de las nubes y la niebla.
Kazuo había decidido encender los faroles de aceite, por si llegaban fieles a dar sus plegarias y que estos pudiesen encontrar el camino con la luz que estas emanaban.
Entonces se encontró a su paso un pequeño zorro blanco. No era raro encontrar uno, más en el monte Inari. Era posible que este se convirtiera en un futuro lejano en un mensajero.
- Oye... Hace demasiado frío para que te eches una siesta aquí...- Dijo Kazuo con una voz suave y calmada.
Colocó su paraguas sobre el pequeño ser, para evitar que callera más nieve sobre este. El pequeño zorro abrió lentamente sus ojitos ambarinos, observando a Kazuo sin temor alguno, pues sabía de cierta forma que sen encontraba frente a un igual.