เผ’โ˜ฌ ะ”ะฐะฒะฝั‹ะผ-ะดะฐะฒะฝะพ... โ˜ฌเผ’

๐”๐ง ๐í๐š ๐๐ž๐ฅ๐ž๐ข๐ญ๐š๐ฌ ๐ž๐ฅ ๐ฉ๐š๐ฅ๐š๐๐š๐ซ ๐œ๐จ๐ง ๐ฅ๐š๐ฌ ๐ฆ๐ข๐ž๐ฅ๐ž๐ฌ ๐๐ž๐ฅ ๐ฉ๐š๐ซ๐ší๐ฌ๐จ; ๐š๐ฅ ๐ฌ๐ข๐ ๐ฎ๐ข๐ž๐ง๐ญ๐ž, ๐ฉ๐ซ๐ฎ๐ž๐›๐š๐ฌ ๐ž๐ฅ ๐š๐ฆ๐š๐ซ๐ ๐จ ๐ฒ á๐œ๐ข๐๐จ ๐ฌ๐š๐›๐จ๐ซ ๐๐ž๐ฅ ๐ข๐ง๐Ÿ๐ข๐ž๐ซ๐ง๐จ.





๐™ฐ๐š•๐šŽ๐š”๐šœ๐šŽ๐š’ ๐™บ๐š’๐šŽ๐šŸ ๐™ฝ๐š˜๐šŸ๐šŠ๐š”๐š˜๐šŸ ๐š๐š˜๐š–๐šŠ๐š•๐šœ๐š”๐š˜ - ๐Ÿธ๐Ÿถ๐Ÿท๐Ÿฝ

Fue hace mucho tiempo. Había un hombre fuerte, de piel blanca y mirada oscura, que parecía tragarse el abismo más profundo. Un hombre conocido, respetado, admirado y querido.

Su nombre pasaba de boca en boca en las iglesias que visitaba. Sus donaciones exorbitantes eran como un gran milagro para la ayuda de la Iglesia Católica. Aquellos que tuvieron la suerte de mantener una conversación con él juraban que hablaban con un santo. A pesar de poseer empresas de armas, era una figura pública amada.

Incluso llegaba a reservar iglesias para oraciones dedicadas a todo su personal. ¿Cómo podrían odiar a ese hombre? Incluso cuando el gobierno les daba la espalda, él tendía la mano a quienes le ofrecían lealtad, sin que ellos supieran que aquel hombre no era más que el mismo diablo con la máscara de un mesías.
Aquellas reservas no eran más que reuniones para controlar a su gente. El agua bendita caía sobre sus armas, y la religión no era más que una herramienta para engañar a la gente incauta. Sus palabras eran tan dulces como el korovka, mientras que sus amenazas eran tan amargas como el nastoyka.

Estaba más que involucrado en asuntos de Estado, siendo los políticos su baraja de cartas favorita. Gobernó la tierra helada de Rusia desde las sombras, reemplazando al “Zar”. Utilizaba a los presidentes como títeres de carne y hueso, solo para mantenerlos gobernados y, muy pronto, tomar todo el poder político.

“๐˜๐˜ข๐˜บ ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ฆ ๐˜ฅ๐˜ฆ๐˜ด๐˜ฉ๐˜ข๐˜ค๐˜ฆ๐˜ณ๐˜ฏ๐˜ฐ๐˜ด ๐˜ฅ๐˜ฆ é๐˜ญ”.

Los enemigos no estaban contentos con su dominio sobre gran parte de Rusia. Su influencia no solo creaba alianzas, sino que también los arrinconaba, obligándolos a comer las sobras que él dejaba.
Cada noche no era más que un intento de matarlo: veneno, francotiradores y bombas. Sin embargo, este hombre se reía junto con la muerte, como si fuera su amiga de toda la vida, y terminaba con la existencia de aquellos que intentaban asesinarlo.

Debían tener cuidado, incluso si las reuniones eran secretas. Él siempre se presentaba, y una vez más, cabezas rodaban. A sus enemigos no les agradaba cómo terminaba todo esto. Los rivales se sumaban, y solo entonces surgió una idea:

“๐˜‹๐˜ฆ๐˜ฃ๐˜ฆ๐˜ฎ๐˜ฐ๐˜ด ๐˜ฑ๐˜ฐ๐˜ฏ๐˜ฆ๐˜ณ ๐˜ข๐˜ญ ๐˜ก๐˜ข๐˜ณ ๐˜ฆ๐˜ฏ ๐˜ด๐˜ถ ๐˜ค๐˜ฐ๐˜ฏ๐˜ต๐˜ณ๐˜ข”.

La idea era tan descabellada. Todos en Rusia sabían que él era su hijo más querido, el primogénito de la misma madre rusa.
Pero, ¿Quién iba a imaginar que solo bastarían la cabeza de una mujer y tres niños para dejarlo completamente débil y loco, hasta el punto en que su padre lo considerara un peligro?

Los rumores marcaron su sentencia, y un abogado se encargó de sellar su destino por completo.


Aฬถlฬถeฬถkฬถsฬถeฬถiฬถ ๐™บ๐š’๐šŽ๐šŸ Nฬถoฬถvฬถaฬถkฬถoฬถvฬถ ๐š๐š˜๐š–๐šŠ๐š•๐šœ๐š”๐š˜ - ๐Ÿธ๐Ÿถ๐Ÿธ๐Ÿป


Lo tenían aprisionado peor que a un animal. El sonido de las cadenas resonaba en el aire mientras sus muñecas, sujetas por gruesos eslabones, lo mantenían suspendido. Entre sus dientes apretaba una barra de metal que le impedía articular palabra alguna. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No podía saberlo con certeza; no había ni una sola gota de luz que rompiera la oscuridad opresiva de su calvario.

Las quemaduras recientes en su cuerpo comenzaban a cerrarse lentamente, mientras el olor a carne chamuscada se desvanecía con el pasar de los segundos. Las profundas heridas, de las que aún brotaba sangre, teñían el suelo bajo él. Poco a poco, estas también empezaban a sellarse. Pero el ardor del líquido que le inyectaban en las venas seguía consumiéndolo por dentro, un tormento desesperante que lo llevaba al borde de la locura. Esta vez, las dosis habían aumentado considerablemente, dejando su mente en blanco, inmóvil, incapaz de resistirse a las torturas.

Las voces eran lo único que lo acompañaban, un eco persistente que lo mantenía aferrado a un frágil hilo de “cordura”. Eran suaves, pero extrañamente irreconocibles, y su cerebro, enredado en el dolor y la confusión. Una mansión incendiada, una mujer extraña que simplemente provocaba el dolor más profundo en su pecho, y personas sin rostro que pasaban fugazmente por su memoria. Nombres, había nombres que no había dejado de repetir en su mente desde que tenía uso de razón, pero que a poco a poco se iban perdiendo con el viento. Si tan solo… si tan solo pudiera recordar quien era en realidad seria mas fácil para él o sin tan solo pudiera morir.
เผ’โ˜ฌ ะ”ะฐะฒะฝั‹ะผ-ะดะฐะฒะฝะพ... โ˜ฌเผ’ ๐”๐ง ๐í๐š ๐๐ž๐ฅ๐ž๐ข๐ญ๐š๐ฌ ๐ž๐ฅ ๐ฉ๐š๐ฅ๐š๐๐š๐ซ ๐œ๐จ๐ง ๐ฅ๐š๐ฌ ๐ฆ๐ข๐ž๐ฅ๐ž๐ฌ ๐๐ž๐ฅ ๐ฉ๐š๐ซ๐ší๐ฌ๐จ; ๐š๐ฅ ๐ฌ๐ข๐ ๐ฎ๐ข๐ž๐ง๐ญ๐ž, ๐ฉ๐ซ๐ฎ๐ž๐›๐š๐ฌ ๐ž๐ฅ ๐š๐ฆ๐š๐ซ๐ ๐จ ๐ฒ á๐œ๐ข๐๐จ ๐ฌ๐š๐›๐จ๐ซ ๐๐ž๐ฅ ๐ข๐ง๐Ÿ๐ข๐ž๐ซ๐ง๐จ. ๐™ฐ๐š•๐šŽ๐š”๐šœ๐šŽ๐š’ ๐™บ๐š’๐šŽ๐šŸ ๐™ฝ๐š˜๐šŸ๐šŠ๐š”๐š˜๐šŸ ๐š๐š˜๐š–๐šŠ๐š•๐šœ๐š”๐š˜ - ๐Ÿธ๐Ÿถ๐Ÿท๐Ÿฝ Fue hace mucho tiempo. Había un hombre fuerte, de piel blanca y mirada oscura, que parecía tragarse el abismo más profundo. Un hombre conocido, respetado, admirado y querido. Su nombre pasaba de boca en boca en las iglesias que visitaba. Sus donaciones exorbitantes eran como un gran milagro para la ayuda de la Iglesia Católica. Aquellos que tuvieron la suerte de mantener una conversación con él juraban que hablaban con un santo. A pesar de poseer empresas de armas, era una figura pública amada. Incluso llegaba a reservar iglesias para oraciones dedicadas a todo su personal. ¿Cómo podrían odiar a ese hombre? Incluso cuando el gobierno les daba la espalda, él tendía la mano a quienes le ofrecían lealtad, sin que ellos supieran que aquel hombre no era más que el mismo diablo con la máscara de un mesías. Aquellas reservas no eran más que reuniones para controlar a su gente. El agua bendita caía sobre sus armas, y la religión no era más que una herramienta para engañar a la gente incauta. Sus palabras eran tan dulces como el korovka, mientras que sus amenazas eran tan amargas como el nastoyka. Estaba más que involucrado en asuntos de Estado, siendo los políticos su baraja de cartas favorita. Gobernó la tierra helada de Rusia desde las sombras, reemplazando al “Zar”. Utilizaba a los presidentes como títeres de carne y hueso, solo para mantenerlos gobernados y, muy pronto, tomar todo el poder político. “๐˜๐˜ข๐˜บ ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ฆ ๐˜ฅ๐˜ฆ๐˜ด๐˜ฉ๐˜ข๐˜ค๐˜ฆ๐˜ณ๐˜ฏ๐˜ฐ๐˜ด ๐˜ฅ๐˜ฆ é๐˜ญ”. Los enemigos no estaban contentos con su dominio sobre gran parte de Rusia. Su influencia no solo creaba alianzas, sino que también los arrinconaba, obligándolos a comer las sobras que él dejaba. Cada noche no era más que un intento de matarlo: veneno, francotiradores y bombas. Sin embargo, este hombre se reía junto con la muerte, como si fuera su amiga de toda la vida, y terminaba con la existencia de aquellos que intentaban asesinarlo. Debían tener cuidado, incluso si las reuniones eran secretas. Él siempre se presentaba, y una vez más, cabezas rodaban. A sus enemigos no les agradaba cómo terminaba todo esto. Los rivales se sumaban, y solo entonces surgió una idea: “๐˜‹๐˜ฆ๐˜ฃ๐˜ฆ๐˜ฎ๐˜ฐ๐˜ด ๐˜ฑ๐˜ฐ๐˜ฏ๐˜ฆ๐˜ณ ๐˜ข๐˜ญ ๐˜ก๐˜ข๐˜ณ ๐˜ฆ๐˜ฏ ๐˜ด๐˜ถ ๐˜ค๐˜ฐ๐˜ฏ๐˜ต๐˜ณ๐˜ข”. La idea era tan descabellada. Todos en Rusia sabían que él era su hijo más querido, el primogénito de la misma madre rusa. Pero, ¿Quién iba a imaginar que solo bastarían la cabeza de una mujer y tres niños para dejarlo completamente débil y loco, hasta el punto en que su padre lo considerara un peligro? Los rumores marcaron su sentencia, y un abogado se encargó de sellar su destino por completo. Aฬถlฬถeฬถkฬถsฬถeฬถiฬถ ๐™บ๐š’๐šŽ๐šŸ Nฬถoฬถvฬถaฬถkฬถoฬถvฬถ ๐š๐š˜๐š–๐šŠ๐š•๐šœ๐š”๐š˜ - ๐Ÿธ๐Ÿถ๐Ÿธ๐Ÿป Lo tenían aprisionado peor que a un animal. El sonido de las cadenas resonaba en el aire mientras sus muñecas, sujetas por gruesos eslabones, lo mantenían suspendido. Entre sus dientes apretaba una barra de metal que le impedía articular palabra alguna. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? No podía saberlo con certeza; no había ni una sola gota de luz que rompiera la oscuridad opresiva de su calvario. Las quemaduras recientes en su cuerpo comenzaban a cerrarse lentamente, mientras el olor a carne chamuscada se desvanecía con el pasar de los segundos. Las profundas heridas, de las que aún brotaba sangre, teñían el suelo bajo él. Poco a poco, estas también empezaban a sellarse. Pero el ardor del líquido que le inyectaban en las venas seguía consumiéndolo por dentro, un tormento desesperante que lo llevaba al borde de la locura. Esta vez, las dosis habían aumentado considerablemente, dejando su mente en blanco, inmóvil, incapaz de resistirse a las torturas. Las voces eran lo único que lo acompañaban, un eco persistente que lo mantenía aferrado a un frágil hilo de “cordura”. Eran suaves, pero extrañamente irreconocibles, y su cerebro, enredado en el dolor y la confusión. Una mansión incendiada, una mujer extraña que simplemente provocaba el dolor más profundo en su pecho, y personas sin rostro que pasaban fugazmente por su memoria. Nombres, había nombres que no había dejado de repetir en su mente desde que tenía uso de razón, pero que a poco a poco se iban perdiendo con el viento. Si tan solo… si tan solo pudiera recordar quien era en realidad seria mas fácil para él o sin tan solo pudiera morir.
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