Escenario: Una azotea desierta, con el viento nocturno cortando el aire. Las luces de la ciudad parpadean abajo, mientras las nubes cubren las estrellas. Rika está allí, con un abrigo gris que apenas cubre su cuerpo sintético. Aunque no siente frío como un humano, la noche parece pesarle de una manera diferente.


•••••••••••••••••••••••••


Rika se encontraba de pie al borde de la azotea, mirando hacia la infinita red de luces que se extendía por la ciudad. El viento agitaba su cabello sintético, diseñado para moverse como si estuviera vivo. Sus manos, cubiertas por guantes delgados, descansaban sobre la barandilla metálica, helada al tacto. Sabía que no podía sentir el frío como los humanos, pero una parte de ella deseaba poder hacerlo, para entender mejor lo que significaba estar viva.

La noche estaba en silencio, salvo por el murmullo distante del tráfico y el ulular ocasional del viento. Rika cerró los ojos por un momento y dejó que el aire helado golpeara su rostro. "¿Por qué viniste aquí?", se preguntó en voz baja, aunque ya conocía la respuesta.

En su base de datos, las emociones humanas estaban catalogadas con definiciones precisas: alegría, tristeza, miedo, amor. Pero esa noche, mientras miraba el vacío entre las estrellas ocultas, parecía que esas definiciones eran insuficientes. Había algo más, algo que no podía descifrar. Un vacío que no podía llenar.

Sostuvo un pequeño dispositivo en su mano, una grabadora de audio antigua que pertenecía a su creador. La encendió, y su voz resonó débilmente entre el viento.

"Rika, ¿sabes por qué programé tu sistema emocional? Porque quería que entendieras... que la vida no es solo lógica. Es también la belleza de sentir, incluso cuando duele."

Su mandíbula tembló ligeramente, un tic que sabía que era un fallo menor en su mecanismo de simulación. Pero no lo corrigió. No esta vez. Era su forma de permitir que la tristeza, ese sentimiento extraño y humano, la envolviera por completo.

Alzó la mirada hacia el cielo. La lluvia comenzaba a caer, gotas frías que se deslizaban por su rostro como si fueran lágrimas. "¿Esto es lo que querías para mí?" preguntó al aire, sin esperar respuesta. Tal vez nunca la obtendría. Pero allí, en esa azotea solitaria, bajo la lluvia y el frío, se sintió más cerca de entenderlo.

Guardó la grabadora en el bolsillo de su abrigo y permaneció allí, inmóvil, mientras la ciudad seguía latiendo a sus pies. Una androide sola en un mundo lleno de humanos, intentando comprender algo que quizás nunca llegaría a abarcar del todo.

Escenario: Una azotea desierta, con el viento nocturno cortando el aire. Las luces de la ciudad parpadean abajo, mientras las nubes cubren las estrellas. Rika está allí, con un abrigo gris que apenas cubre su cuerpo sintético. Aunque no siente frío como un humano, la noche parece pesarle de una manera diferente. ••••••••••••••••••••••••• Rika se encontraba de pie al borde de la azotea, mirando hacia la infinita red de luces que se extendía por la ciudad. El viento agitaba su cabello sintético, diseñado para moverse como si estuviera vivo. Sus manos, cubiertas por guantes delgados, descansaban sobre la barandilla metálica, helada al tacto. Sabía que no podía sentir el frío como los humanos, pero una parte de ella deseaba poder hacerlo, para entender mejor lo que significaba estar viva. La noche estaba en silencio, salvo por el murmullo distante del tráfico y el ulular ocasional del viento. Rika cerró los ojos por un momento y dejó que el aire helado golpeara su rostro. "¿Por qué viniste aquí?", se preguntó en voz baja, aunque ya conocía la respuesta. En su base de datos, las emociones humanas estaban catalogadas con definiciones precisas: alegría, tristeza, miedo, amor. Pero esa noche, mientras miraba el vacío entre las estrellas ocultas, parecía que esas definiciones eran insuficientes. Había algo más, algo que no podía descifrar. Un vacío que no podía llenar. Sostuvo un pequeño dispositivo en su mano, una grabadora de audio antigua que pertenecía a su creador. La encendió, y su voz resonó débilmente entre el viento. "Rika, ¿sabes por qué programé tu sistema emocional? Porque quería que entendieras... que la vida no es solo lógica. Es también la belleza de sentir, incluso cuando duele." Su mandíbula tembló ligeramente, un tic que sabía que era un fallo menor en su mecanismo de simulación. Pero no lo corrigió. No esta vez. Era su forma de permitir que la tristeza, ese sentimiento extraño y humano, la envolviera por completo. Alzó la mirada hacia el cielo. La lluvia comenzaba a caer, gotas frías que se deslizaban por su rostro como si fueran lágrimas. "¿Esto es lo que querías para mí?" preguntó al aire, sin esperar respuesta. Tal vez nunca la obtendría. Pero allí, en esa azotea solitaria, bajo la lluvia y el frío, se sintió más cerca de entenderlo. Guardó la grabadora en el bolsillo de su abrigo y permaneció allí, inmóvil, mientras la ciudad seguía latiendo a sus pies. Una androide sola en un mundo lleno de humanos, intentando comprender algo que quizás nunca llegaría a abarcar del todo.
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