Siempre que termina su turno a las 9 de la noche, observa ese escaparate, como una brújula que señala el paso del tiempo.
La contempla mientras el aliento empaña el grueso cristal. La contempla mientras fuma las tardes de verano.
Hay un muñeco que se ha convertido en su distracción favorita, uno que nadie lleva, desde hace tiempo, ni si quiera él. No es por el dinero, es sólo un insulso juguete pero ¿Qué haría él con eso? ¿Para qué sacarlo de ese escaparate tan decente de luces cálidas, para dejarlo en su oscuro departamento?
No estaría nunca en casa para recordar que está ahí, se llenaría de polvo, de olor a humo del cigarro. Su pelambre se pondría grisacea de opaca, y toda la magia se acabaría.
Además... él ya es un hombre, no está bien a su edad tener esa clase de objetos infantiles.
Prefiere solo pararse ahí y mirarlo unos minutos. Era todo el contexto dentro de ese ambiente, lo que lo hacía ver tan especial.
Fuma lentamente esa noche, pensando en lo rapido que pasa el tiempo, y en lo poco feliz que ha sido la mayoria de los días.
La contempla mientras el aliento empaña el grueso cristal. La contempla mientras fuma las tardes de verano.
Hay un muñeco que se ha convertido en su distracción favorita, uno que nadie lleva, desde hace tiempo, ni si quiera él. No es por el dinero, es sólo un insulso juguete pero ¿Qué haría él con eso? ¿Para qué sacarlo de ese escaparate tan decente de luces cálidas, para dejarlo en su oscuro departamento?
No estaría nunca en casa para recordar que está ahí, se llenaría de polvo, de olor a humo del cigarro. Su pelambre se pondría grisacea de opaca, y toda la magia se acabaría.
Además... él ya es un hombre, no está bien a su edad tener esa clase de objetos infantiles.
Prefiere solo pararse ahí y mirarlo unos minutos. Era todo el contexto dentro de ese ambiente, lo que lo hacía ver tan especial.
Fuma lentamente esa noche, pensando en lo rapido que pasa el tiempo, y en lo poco feliz que ha sido la mayoria de los días.
Siempre que termina su turno a las 9 de la noche, observa ese escaparate, como una brújula que señala el paso del tiempo.
La contempla mientras el aliento empaña el grueso cristal. La contempla mientras fuma las tardes de verano.
Hay un muñeco que se ha convertido en su distracción favorita, uno que nadie lleva, desde hace tiempo, ni si quiera él. No es por el dinero, es sólo un insulso juguete pero ¿Qué haría él con eso? ¿Para qué sacarlo de ese escaparate tan decente de luces cálidas, para dejarlo en su oscuro departamento?
No estaría nunca en casa para recordar que está ahí, se llenaría de polvo, de olor a humo del cigarro. Su pelambre se pondría grisacea de opaca, y toda la magia se acabaría.
Además... él ya es un hombre, no está bien a su edad tener esa clase de objetos infantiles.
Prefiere solo pararse ahí y mirarlo unos minutos. Era todo el contexto dentro de ese ambiente, lo que lo hacía ver tan especial.
Fuma lentamente esa noche, pensando en lo rapido que pasa el tiempo, y en lo poco feliz que ha sido la mayoria de los días.