Bajo el crepitar del fuego y el golpeteo constante del martillo, Hefesto levantó la mirada de su yunque y dijo con voz profunda: "El hierro no teme al fuego, pues en su abrazo encuentra su forma. Así es también con el alma; sólo en la adversidad se templa, sólo en la lucha se descubre su verdadera fuerza. No temas al dolor, pues es el cincel que esculpe tu esencia." Y volvió a su labor, como si el universo entero fuera una obra que aún necesitaba ser forjada.
Bajo el crepitar del fuego y el golpeteo constante del martillo, Hefesto levantó la mirada de su yunque y dijo con voz profunda: "El hierro no teme al fuego, pues en su abrazo encuentra su forma. Así es también con el alma; sólo en la adversidad se templa, sólo en la lucha se descubre su verdadera fuerza. No temas al dolor, pues es el cincel que esculpe tu esencia." Y volvió a su labor, como si el universo entero fuera una obra que aún necesitaba ser forjada.