Ni el frío, ni la nieve y el viento eran impedimento para que aquel gran zorro de nueve colas disfrutase de una siestas con los últimos rayos de sol que regalaba el ocaso.
Después de semanas de heladas y nevadas, el tiempo había dado algo de tregua. Aunque esto para el zorro nunca fué un impedimento. Su cuerpo estaba adaptado a todo tipo de inclemencias.
En un pequeño llano del bosque allí se encontraba él. En su forma original y más primitiva, algo que siempre que hacía cada vez que podía.
Después de semanas de heladas y nevadas, el tiempo había dado algo de tregua. Aunque esto para el zorro nunca fué un impedimento. Su cuerpo estaba adaptado a todo tipo de inclemencias.
En un pequeño llano del bosque allí se encontraba él. En su forma original y más primitiva, algo que siempre que hacía cada vez que podía.
Ni el frío, ni la nieve y el viento eran impedimento para que aquel gran zorro de nueve colas disfrutase de una siestas con los últimos rayos de sol que regalaba el ocaso.
Después de semanas de heladas y nevadas, el tiempo había dado algo de tregua. Aunque esto para el zorro nunca fué un impedimento. Su cuerpo estaba adaptado a todo tipo de inclemencias.
En un pequeño llano del bosque allí se encontraba él. En su forma original y más primitiva, algo que siempre que hacía cada vez que podía.