No podía faltar la visita a Veryssa. Cada dragón custodiado debía reunirse con su Custodio con regularidad; ellos eran nuestros mentores, protectores y guías, y en muchos casos, la voz serena que siempre sabíamos que podríamos escuchar. Para mí, Veryssa no solo era mi Custodio, sino una figura que había llegado a ocupar un lugar especial en mi vida, como una segunda madre en esta vasta y a veces abrumadora sociedad de los dragones.
Caminé por la zona residencial de Eldoria, donde las Montañas Flotantes siempre estaban llenas de vida, aunque envueltas en una calma particular. Pero mis pasos solo tenían un destino: la casa de Veryssa.
Allí estaba, esperándome como siempre frente a la entrada, su postura recta, pero con la calidez de alguien que nunca imponía su autoridad. Cuando nuestros ojos se encontraron, me recibió con una sonrisa suave, de esas que siempre lograban calmar cualquier inquietud.
V—Ah, Malvyna. —Su voz tenía un tono melódico, como si envolviera cada palabra en cuidado—. Me alegra verte de regreso. ¿Cómo estuvo esta vez el mundo humano?
—Tan caótico y fascinante como siempre —respondí, correspondiendo a su sonrisa.
Veryssa soltó una pequeña risa, un sonido suave y genuino que siempre lograba relajarme.
V—El caos tiene su belleza, si sabes dónde mirar. Estoy segura de que encontraste algo interesante para compartir. Pero ven, querida, entremos. Te preparé té de luna; sé que siempre te ayuda a relajarte después de tus viajes.
Caminé por la zona residencial de Eldoria, donde las Montañas Flotantes siempre estaban llenas de vida, aunque envueltas en una calma particular. Pero mis pasos solo tenían un destino: la casa de Veryssa.
Allí estaba, esperándome como siempre frente a la entrada, su postura recta, pero con la calidez de alguien que nunca imponía su autoridad. Cuando nuestros ojos se encontraron, me recibió con una sonrisa suave, de esas que siempre lograban calmar cualquier inquietud.
V—Ah, Malvyna. —Su voz tenía un tono melódico, como si envolviera cada palabra en cuidado—. Me alegra verte de regreso. ¿Cómo estuvo esta vez el mundo humano?
—Tan caótico y fascinante como siempre —respondí, correspondiendo a su sonrisa.
Veryssa soltó una pequeña risa, un sonido suave y genuino que siempre lograba relajarme.
V—El caos tiene su belleza, si sabes dónde mirar. Estoy segura de que encontraste algo interesante para compartir. Pero ven, querida, entremos. Te preparé té de luna; sé que siempre te ayuda a relajarte después de tus viajes.
No podía faltar la visita a Veryssa. Cada dragón custodiado debía reunirse con su Custodio con regularidad; ellos eran nuestros mentores, protectores y guías, y en muchos casos, la voz serena que siempre sabíamos que podríamos escuchar. Para mí, Veryssa no solo era mi Custodio, sino una figura que había llegado a ocupar un lugar especial en mi vida, como una segunda madre en esta vasta y a veces abrumadora sociedad de los dragones.
Caminé por la zona residencial de Eldoria, donde las Montañas Flotantes siempre estaban llenas de vida, aunque envueltas en una calma particular. Pero mis pasos solo tenían un destino: la casa de Veryssa.
Allí estaba, esperándome como siempre frente a la entrada, su postura recta, pero con la calidez de alguien que nunca imponía su autoridad. Cuando nuestros ojos se encontraron, me recibió con una sonrisa suave, de esas que siempre lograban calmar cualquier inquietud.
V—Ah, Malvyna. —Su voz tenía un tono melódico, como si envolviera cada palabra en cuidado—. Me alegra verte de regreso. ¿Cómo estuvo esta vez el mundo humano?
—Tan caótico y fascinante como siempre —respondí, correspondiendo a su sonrisa.
Veryssa soltó una pequeña risa, un sonido suave y genuino que siempre lograba relajarme.
V—El caos tiene su belleza, si sabes dónde mirar. Estoy segura de que encontraste algo interesante para compartir. Pero ven, querida, entremos. Te preparé té de luna; sé que siempre te ayuda a relajarte después de tus viajes.