Una noche, en el cual había silencio y dominaba la luz de la luna ante la oscuridad. Solo habían sonidos de grillos en el pasto de aquellos jardines en el cual pasaba caminando en el asfalto.
Iba de regreso a casa después de visitar a una amiga muy querida.
No es culpa de ella pues me insistió en quedarme pero no le hice caso, como nunca me pasaba nada, creía que estaría bien que ya sabría cuidarme.
Pero no fue así, esa noche el miedo me invadía, pues no solo a los grillos escuchaba en aquella cuadra.. Si no aquellos pasos que cada vez más se acercaban tras de mi.
A pesar de caminar, trotar hasta el punto en que el frío de la noche y el miedo en mi piel se erizaba, me eche a correr, Pero fue inútil. Ese hombre me atrapo.
¿Con qué intención? ¿Un robo? ¿Un asalto? ¿Quizá una violación? No era el caso, era lo más mínimo de los pecados carnales.

Desperté en un sótano, una habitación oscura, una en la cual tenía muros gruesos en los cuales no dejaban salir ni un solo grito de ayuda.

Encadenada ante ese suceso, realmente no me querían por mi feminidad, ni por ser especial, ni por obsesión, si no para hacerme sufrir, estresar, sacar de mi aquel temor de nunca ser rescatada, de nunca ser liberada, de nunca volver al mundo donde yo me encontraba y pertenecía.

Frente a mi estába ese hombre trastornado, apuntandome con un arma, yo solo temblaba de horror, mojando mis pantaletas de miedo, con el corazón a mil por minuto, preguntándole la razón del porque hacía eso, qué le había yo hecho, preguntándome a mi misma porque me había ocurrido aquello que creí con confianza que no me iba a ocurrir, pero ahí estaba, llorando, suplicando por mi vida, porque no me hicieran daño, jurando que no le diría a nadie si tan solo me dejara libre.

Él solo se reía de mi, de mi dolor, se alimentaba de mi miedo, le exitaba que me llenara de terror, de sentir aquella fría arma en mi frente, de mis sollozos sin respuesta, de aquel trauma provocado por sus acciones.

Yo ya no pensaba en mi, si no en todos aquellos que conocí, el porque no fui mejor persona, el porque debí haber sido mejor, el cómo pude haberlos ayudado, el que nunca sabrán qué fue lo que me pasó. El que si me encuentran solo será momentáneo ese dolor, en qué tal vez nunca me encuentren y solo quede como una simple desaparición.
Senti que dios me había abandonado...

Pero cuando él jalo del gatillo, cada momento se volvía real, tan injusto, tan horroroso, tan doloroso psicologicamente... Y escuché él segundo disparo vacío, cada vez me llenaba de más locura, de pedirle a Dios que ese momento se terminara lo más pronto posible, que salvará mi vida o simplemente me dejara morir... Y escuché el tercer gatillo, vacío, como si jugarán con mi mente, hasta que el hombre tonto hizo la prueba, pensando que su arma no funcionaria, se apunto a si mismo, haciéndome ver a sus ojos con una sonrisa, confiando en qué vivo saldría hasta que la sangre salpicó mi cara, su gesto de sorpresa la grabe cada segundo, hasta caer frente a mi, hasta ver por minutos como había pasado eso, el porque lo había echo.

me agarre a mi libertad, a mí vida, más asustada que tranquila, desate mis manos con la ayuda de una navaja, aquella que encontré en su bolsillo al esculcar su cuerpo desangrandose, y cuando por fin libere mis muñecas mire aquella arma, que con curiosidad y mal presentimiento, tome en mis manos, hasta revisar sus balas, cada una de ellas intactas, cada una de ellas excepto una.. al cual había salvado mi libertad!

¿Justicia divina?....... ¿Karma?......... ¿Dios?... ¿Estás ahí?.......

-Alma secuestrada.-
Una noche, en el cual había silencio y dominaba la luz de la luna ante la oscuridad. Solo habían sonidos de grillos en el pasto de aquellos jardines en el cual pasaba caminando en el asfalto. Iba de regreso a casa después de visitar a una amiga muy querida. No es culpa de ella pues me insistió en quedarme pero no le hice caso, como nunca me pasaba nada, creía que estaría bien que ya sabría cuidarme. Pero no fue así, esa noche el miedo me invadía, pues no solo a los grillos escuchaba en aquella cuadra.. Si no aquellos pasos que cada vez más se acercaban tras de mi. A pesar de caminar, trotar hasta el punto en que el frío de la noche y el miedo en mi piel se erizaba, me eche a correr, Pero fue inútil. Ese hombre me atrapo. ¿Con qué intención? ¿Un robo? ¿Un asalto? ¿Quizá una violación? No era el caso, era lo más mínimo de los pecados carnales. Desperté en un sótano, una habitación oscura, una en la cual tenía muros gruesos en los cuales no dejaban salir ni un solo grito de ayuda. Encadenada ante ese suceso, realmente no me querían por mi feminidad, ni por ser especial, ni por obsesión, si no para hacerme sufrir, estresar, sacar de mi aquel temor de nunca ser rescatada, de nunca ser liberada, de nunca volver al mundo donde yo me encontraba y pertenecía. Frente a mi estába ese hombre trastornado, apuntandome con un arma, yo solo temblaba de horror, mojando mis pantaletas de miedo, con el corazón a mil por minuto, preguntándole la razón del porque hacía eso, qué le había yo hecho, preguntándome a mi misma porque me había ocurrido aquello que creí con confianza que no me iba a ocurrir, pero ahí estaba, llorando, suplicando por mi vida, porque no me hicieran daño, jurando que no le diría a nadie si tan solo me dejara libre. Él solo se reía de mi, de mi dolor, se alimentaba de mi miedo, le exitaba que me llenara de terror, de sentir aquella fría arma en mi frente, de mis sollozos sin respuesta, de aquel trauma provocado por sus acciones. Yo ya no pensaba en mi, si no en todos aquellos que conocí, el porque no fui mejor persona, el porque debí haber sido mejor, el cómo pude haberlos ayudado, el que nunca sabrán qué fue lo que me pasó. El que si me encuentran solo será momentáneo ese dolor, en qué tal vez nunca me encuentren y solo quede como una simple desaparición. Senti que dios me había abandonado... Pero cuando él jalo del gatillo, cada momento se volvía real, tan injusto, tan horroroso, tan doloroso psicologicamente... Y escuché él segundo disparo vacío, cada vez me llenaba de más locura, de pedirle a Dios que ese momento se terminara lo más pronto posible, que salvará mi vida o simplemente me dejara morir... Y escuché el tercer gatillo, vacío, como si jugarán con mi mente, hasta que el hombre tonto hizo la prueba, pensando que su arma no funcionaria, se apunto a si mismo, haciéndome ver a sus ojos con una sonrisa, confiando en qué vivo saldría hasta que la sangre salpicó mi cara, su gesto de sorpresa la grabe cada segundo, hasta caer frente a mi, hasta ver por minutos como había pasado eso, el porque lo había echo. me agarre a mi libertad, a mí vida, más asustada que tranquila, desate mis manos con la ayuda de una navaja, aquella que encontré en su bolsillo al esculcar su cuerpo desangrandose, y cuando por fin libere mis muñecas mire aquella arma, que con curiosidad y mal presentimiento, tome en mis manos, hasta revisar sus balas, cada una de ellas intactas, cada una de ellas excepto una.. al cual había salvado mi libertad! ¿Justicia divina?....... ¿Karma?......... ¿Dios?... ¿Estás ahí?....... -Alma secuestrada.-
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