La noche había caído sobre las Montañas Flotantes, cubriéndolo todo con un manto de oscuridad salpicado de estrellas. Este era mi momento favorito para volar, cuando el mundo estaba en calma y la luz plateada de la luna bañaba cada rincón de Azurheim.

Adopté mi forma híbrida, dejando que las escamas rojizas se entremezclaran con mi piel humana. Extendí mis alas, disfrutando de la sensación de poder en cada músculo antes de impulsarme hacia el cielo.

El aire frío nocturno acariciaba mi rostro mientras ascendía, resonando en el vacío. Desde aquí arriba, el mundo parecía un sueño: las torres brillaban tenuemente, reflejando la luz de las estrellas, y las cascadas mágicas caían en silencio hacia la nada, como si fueran ríos suspendidos en el tiempo.

El paisaje era hermoso, pero nada se comparaba con volar en el mundo humano allí sentía mas libertad.