Estaba en la playa, sola, pero el sonido del mar y la brisa llenaban mi ser.

Un caballo negro se alzaba ante mí, claro como el viento, pero distante.
Lo seguí, sin prisa, paso a paso, pero nunca logré alcanzarlo.
No corría, pero siempre estaba fuera de mi alcance.

Sentí que algo me retenía, como si mi libertad estuviera tan cerca y a la vez tan lejana.

El miedo se coló en mi pecho, el miedo a ser libre, a enfrentar las consecuencias de soltarme.

Y así, mientras caminaba, el caballo seguía siendo un sueño imposible de alcanzar.
Estaba en la playa, sola, pero el sonido del mar y la brisa llenaban mi ser. Un caballo negro se alzaba ante mí, claro como el viento, pero distante. Lo seguí, sin prisa, paso a paso, pero nunca logré alcanzarlo. No corría, pero siempre estaba fuera de mi alcance. Sentí que algo me retenía, como si mi libertad estuviera tan cerca y a la vez tan lejana. El miedo se coló en mi pecho, el miedo a ser libre, a enfrentar las consecuencias de soltarme. Y así, mientras caminaba, el caballo seguía siendo un sueño imposible de alcanzar.
Me encocora
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