Purpurea Remedios
Silente mar de tintineos celestinos. Riego el jardín de marionetas de tela de carne, de seda; en mí residen, en mayor poniente, tormenta de socorro, tus níveos espejismos.
Álgido precio de piedras preciosas, tus pies de tórrido fuego de escarcha. Tiendo a la ternura de mis ayeres de océanos de amarronada tinta; es tu tierna estampa, la crudeza de la noche. Un zootropo en el que extravío a tu pecera de mis coloridas plumas.
Ay de mí, que no, que no, que no te vuelcas al centro de mi ombligo, en el que emprenden el vuelo un dodecaedro de gaviotas.
Entrecejo de plumíferas estelas, nupcial destello de los vivos; no conviven, si no en los juegos del hambre; permuta de su alimento. Son las piedras preciosas de tus ojos, las que llenan sus estómagos, esófagos de creación, de tus génesis de gargantas.
Sollozos, sororidad nuestra halada virgen, nuestra magnánima, nuestros cálices. Tuyos, edenes nuestros. Maremotos de orgullo, pienso de trigo. Tersa espuma de mar de hojalata. Una piel enviudada por el reguero de tus iridiscentes besos.
Te pienso.
Te venero.
Mi hielo de verano.
Mi purpureo remedio.
El azul de tus rosas.
Verde olivo de tus uvas.
Tiempo al tiempo. Cambio al cambio.
Son tus mañanas; incienso de aromas de año nuevo.
Silente mar de tintineos celestinos. Riego el jardín de marionetas de tela de carne, de seda; en mí residen, en mayor poniente, tormenta de socorro, tus níveos espejismos.
Álgido precio de piedras preciosas, tus pies de tórrido fuego de escarcha. Tiendo a la ternura de mis ayeres de océanos de amarronada tinta; es tu tierna estampa, la crudeza de la noche. Un zootropo en el que extravío a tu pecera de mis coloridas plumas.
Ay de mí, que no, que no, que no te vuelcas al centro de mi ombligo, en el que emprenden el vuelo un dodecaedro de gaviotas.
Entrecejo de plumíferas estelas, nupcial destello de los vivos; no conviven, si no en los juegos del hambre; permuta de su alimento. Son las piedras preciosas de tus ojos, las que llenan sus estómagos, esófagos de creación, de tus génesis de gargantas.
Sollozos, sororidad nuestra halada virgen, nuestra magnánima, nuestros cálices. Tuyos, edenes nuestros. Maremotos de orgullo, pienso de trigo. Tersa espuma de mar de hojalata. Una piel enviudada por el reguero de tus iridiscentes besos.
Te pienso.
Te venero.
Mi hielo de verano.
Mi purpureo remedio.
El azul de tus rosas.
Verde olivo de tus uvas.
Tiempo al tiempo. Cambio al cambio.
Son tus mañanas; incienso de aromas de año nuevo.
Purpurea Remedios
Silente mar de tintineos celestinos. Riego el jardín de marionetas de tela de carne, de seda; en mí residen, en mayor poniente, tormenta de socorro, tus níveos espejismos.
Álgido precio de piedras preciosas, tus pies de tórrido fuego de escarcha. Tiendo a la ternura de mis ayeres de océanos de amarronada tinta; es tu tierna estampa, la crudeza de la noche. Un zootropo en el que extravío a tu pecera de mis coloridas plumas.
Ay de mí, que no, que no, que no te vuelcas al centro de mi ombligo, en el que emprenden el vuelo un dodecaedro de gaviotas.
Entrecejo de plumíferas estelas, nupcial destello de los vivos; no conviven, si no en los juegos del hambre; permuta de su alimento. Son las piedras preciosas de tus ojos, las que llenan sus estómagos, esófagos de creación, de tus génesis de gargantas.
Sollozos, sororidad nuestra halada virgen, nuestra magnánima, nuestros cálices. Tuyos, edenes nuestros. Maremotos de orgullo, pienso de trigo. Tersa espuma de mar de hojalata. Una piel enviudada por el reguero de tus iridiscentes besos.
Te pienso.
Te venero.
Mi hielo de verano.
Mi purpureo remedio.
El azul de tus rosas.
Verde olivo de tus uvas.
Tiempo al tiempo. Cambio al cambio.
Son tus mañanas; incienso de aromas de año nuevo.
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