En una de las amplias terrazas del castillo, iluminada por la suave luz de la luna, Daniel Selene estaba solo, mirando al horizonte. El aire fresco de la noche parecía no ser suficiente para calmar el torbellino en su mente. Apoyado contra la baranda de piedra, suspiraba profundamente mientras hablaba consigo mismo.
— ¿Qué se supone que debo hacer ahora...? —
musitó, su voz apenas un susurro llevado por el viento.
— Todo el reino lo sabe... La "princesa y su futuro esposo". Como si ya estuviera grabado en piedra.—
Cerró los ojos, dejando que el peso de las palabras lo golpeara. Aunque había hablado con seguridad frente a los nobles, sabía que la declaración no había sido sin consecuencias. Las quejas se extendían por las aldeas, los rumores corrían como fuego, y las opiniones de la corte no tardaron en llegar: algunos lo consideraban indigno, mientras que otros criticaban la decisión de Adriana.
— Y ahora todos piensan que solo estoy aquí por su corona... —
se rió con amargura.
Su mano se apretó contra la baranda, sintiendo la fría piedra bajo sus dedos. Había tomado una decisión sabiendo lo que significaría, pero eso no lo hacía más fácil. Había estado seguro en ese momento y seguía estándolo ahora: Adriana era la mujer con la que quería compartir su vida, pero el mundo no veía el amor que los unía, sino los títulos y la política.
— No me equivoqué... —
dijo en voz baja, como para recordárselo a sí mismo.
— No dije esas palabras por impulso. Lo hice porque sé que quiero estar con ella... Porque sé que ella es mi futuro.
La voz de un guardia resonó a lo lejos, interrumpiendo brevemente sus pensamientos, pero Daniel no prestó atención. Sus ojos se alzaron hacia la luna, buscando un momento de claridad. sin darse cuenta que alguien estaba detras escuchandolo
— Pero... ¿cómo puedo protegerla de todo esto? —
Continuó, pasando una mano por su cabello blanco
— No importa cuánto entrene o cuánto mejore, el mundo siempre encuentra una forma de atacarnos. Y yo solo...quiero ser feliz a su lado sin que importe nada mas..
Adriana Salvatore
— ¿Qué se supone que debo hacer ahora...? —
musitó, su voz apenas un susurro llevado por el viento.
— Todo el reino lo sabe... La "princesa y su futuro esposo". Como si ya estuviera grabado en piedra.—
Cerró los ojos, dejando que el peso de las palabras lo golpeara. Aunque había hablado con seguridad frente a los nobles, sabía que la declaración no había sido sin consecuencias. Las quejas se extendían por las aldeas, los rumores corrían como fuego, y las opiniones de la corte no tardaron en llegar: algunos lo consideraban indigno, mientras que otros criticaban la decisión de Adriana.
— Y ahora todos piensan que solo estoy aquí por su corona... —
se rió con amargura.
Su mano se apretó contra la baranda, sintiendo la fría piedra bajo sus dedos. Había tomado una decisión sabiendo lo que significaría, pero eso no lo hacía más fácil. Había estado seguro en ese momento y seguía estándolo ahora: Adriana era la mujer con la que quería compartir su vida, pero el mundo no veía el amor que los unía, sino los títulos y la política.
— No me equivoqué... —
dijo en voz baja, como para recordárselo a sí mismo.
— No dije esas palabras por impulso. Lo hice porque sé que quiero estar con ella... Porque sé que ella es mi futuro.
La voz de un guardia resonó a lo lejos, interrumpiendo brevemente sus pensamientos, pero Daniel no prestó atención. Sus ojos se alzaron hacia la luna, buscando un momento de claridad. sin darse cuenta que alguien estaba detras escuchandolo
— Pero... ¿cómo puedo protegerla de todo esto? —
Continuó, pasando una mano por su cabello blanco
— No importa cuánto entrene o cuánto mejore, el mundo siempre encuentra una forma de atacarnos. Y yo solo...quiero ser feliz a su lado sin que importe nada mas..
Adriana Salvatore
En una de las amplias terrazas del castillo, iluminada por la suave luz de la luna, Daniel Selene estaba solo, mirando al horizonte. El aire fresco de la noche parecía no ser suficiente para calmar el torbellino en su mente. Apoyado contra la baranda de piedra, suspiraba profundamente mientras hablaba consigo mismo.
— ¿Qué se supone que debo hacer ahora...? —
musitó, su voz apenas un susurro llevado por el viento.
— Todo el reino lo sabe... La "princesa y su futuro esposo". Como si ya estuviera grabado en piedra.—
Cerró los ojos, dejando que el peso de las palabras lo golpeara. Aunque había hablado con seguridad frente a los nobles, sabía que la declaración no había sido sin consecuencias. Las quejas se extendían por las aldeas, los rumores corrían como fuego, y las opiniones de la corte no tardaron en llegar: algunos lo consideraban indigno, mientras que otros criticaban la decisión de Adriana.
— Y ahora todos piensan que solo estoy aquí por su corona... —
se rió con amargura.
Su mano se apretó contra la baranda, sintiendo la fría piedra bajo sus dedos. Había tomado una decisión sabiendo lo que significaría, pero eso no lo hacía más fácil. Había estado seguro en ese momento y seguía estándolo ahora: Adriana era la mujer con la que quería compartir su vida, pero el mundo no veía el amor que los unía, sino los títulos y la política.
— No me equivoqué... —
dijo en voz baja, como para recordárselo a sí mismo.
— No dije esas palabras por impulso. Lo hice porque sé que quiero estar con ella... Porque sé que ella es mi futuro.
La voz de un guardia resonó a lo lejos, interrumpiendo brevemente sus pensamientos, pero Daniel no prestó atención. Sus ojos se alzaron hacia la luna, buscando un momento de claridad. sin darse cuenta que alguien estaba detras escuchandolo
— Pero... ¿cómo puedo protegerla de todo esto? —
Continuó, pasando una mano por su cabello blanco
— No importa cuánto entrene o cuánto mejore, el mundo siempre encuentra una forma de atacarnos. Y yo solo...quiero ser feliz a su lado sin que importe nada mas..
[Adri_Salvatore]