— ¡Oiga, le dijeron que sin pepinillos!

A pesar de ser el mayor, sin contar a Aleksandr, Lev siempre deja que una de sus hermanas menores termine defendiéndolo. No es sólo porque no pueda hablar, sino porque prefiere ahorrarse las rebuscadas explicaciones para que puedan entenderlo. El mismo problema de siempre, las mismas situaciones ridículas que se podían solucionar con un poco de comprensión lectora y atención; ¿por qué era tan difícil seguir instrucciones que estaban bien escritas en un pedazo de papel o en la pantalla del móvil? No, es más, siquiera podían leer las especificaciones más robustas en la aplicación de aquel establecimiento. Y aún así, a pesar de tener los medios para defenderse, muy a su manera, Nikolay solo podía mirar desde lejos a su hermana. Irisha estaba furiosa, era la única que nunca podía quedarse callada ni conformarse, la única que nunca aceptaba un "está bien" cuando claramente nada estaba bien y pisoteaban los derechos de los demás. Porque sí, incluso Irina, la otra gemela, siempre se conformaba con lo que fuese para no causar molestias a la gente de su alrededor.

Así que allí estaban los dos, Irisha y Lev, mirando a su heroína como dos cachorros perdidamente enamorados por la grandeza de su dueño que salía en defensa. Uno por no poder hablar y la otra que se moría de pena por dirigirle la palabra a los demás. Sin duda, siempre tenía que estar ahí para evitar que se conformaran con el mínimo esfuerzo de los demás.

— Y la próxima vez no se dejen, idiotas, ¿qué harán si no estoy cerca para ayudarlos? —Refunfuñó la gemela. Y cuando notó que su hermana le evadía la mirada con nerviosismo, se fijó en su hermano.— ¿Y cuál es tu excusa esta vez? Y no me digas que había mucha gente esperando órdenes, no es nuestra culpa.

« No estoy diciendo nada. » Escribió, poco después le mostró la pantalla y, aquella respuesta, solo acrecentó su ira. De inmediato corrigió el texto y le volvió a enseñar lo que tenía en la aplicación de notas. « Fue un error de Alek, él hizo el pedido y se le olvidó. Como no salimos juntos hace mucho, seguro no sabe que no nos gustan. » Irisha rodó los ojos. Los puso tan en blanco que parecía que le iban a dar una vuelta completa para mirarse el cerebro, pero solo terminó exhalando su frustración con un gruñido. Tenía sentido, Aleksandr sabía apenas lo básico de los tres, pedirle un esfuerzo era demasiado. « Pero ya pasó, cálmate, todos te están viendo como una mujer loca. Ni pareces nuestra hermana, creí que mamá se había quedado en casa. »

Tras utilizar el lenguaje de señas para expresarse, Nikolay se cubrió la boca para reírse de la cara de vergüenza que Irisha puso. La chica, sin poder controlarse, terminó golpeándole el brazo en repetidas ocasiones para lidiar con sus emociones.

— ¡Ya, basta! No los voy a volver a salvar si sigues comparándome con ella. Me desesperan cuando son tan tontitos, eh.
— ¡Oiga, le dijeron que sin pepinillos! A pesar de ser el mayor, sin contar a Aleksandr, Lev siempre deja que una de sus hermanas menores termine defendiéndolo. No es sólo porque no pueda hablar, sino porque prefiere ahorrarse las rebuscadas explicaciones para que puedan entenderlo. El mismo problema de siempre, las mismas situaciones ridículas que se podían solucionar con un poco de comprensión lectora y atención; ¿por qué era tan difícil seguir instrucciones que estaban bien escritas en un pedazo de papel o en la pantalla del móvil? No, es más, siquiera podían leer las especificaciones más robustas en la aplicación de aquel establecimiento. Y aún así, a pesar de tener los medios para defenderse, muy a su manera, Nikolay solo podía mirar desde lejos a su hermana. Irisha estaba furiosa, era la única que nunca podía quedarse callada ni conformarse, la única que nunca aceptaba un "está bien" cuando claramente nada estaba bien y pisoteaban los derechos de los demás. Porque sí, incluso Irina, la otra gemela, siempre se conformaba con lo que fuese para no causar molestias a la gente de su alrededor. Así que allí estaban los dos, Irisha y Lev, mirando a su heroína como dos cachorros perdidamente enamorados por la grandeza de su dueño que salía en defensa. Uno por no poder hablar y la otra que se moría de pena por dirigirle la palabra a los demás. Sin duda, siempre tenía que estar ahí para evitar que se conformaran con el mínimo esfuerzo de los demás. — Y la próxima vez no se dejen, idiotas, ¿qué harán si no estoy cerca para ayudarlos? —Refunfuñó la gemela. Y cuando notó que su hermana le evadía la mirada con nerviosismo, se fijó en su hermano.— ¿Y cuál es tu excusa esta vez? Y no me digas que había mucha gente esperando órdenes, no es nuestra culpa. « No estoy diciendo nada. » Escribió, poco después le mostró la pantalla y, aquella respuesta, solo acrecentó su ira. De inmediato corrigió el texto y le volvió a enseñar lo que tenía en la aplicación de notas. « Fue un error de Alek, él hizo el pedido y se le olvidó. Como no salimos juntos hace mucho, seguro no sabe que no nos gustan. » Irisha rodó los ojos. Los puso tan en blanco que parecía que le iban a dar una vuelta completa para mirarse el cerebro, pero solo terminó exhalando su frustración con un gruñido. Tenía sentido, Aleksandr sabía apenas lo básico de los tres, pedirle un esfuerzo era demasiado. « Pero ya pasó, cálmate, todos te están viendo como una mujer loca. Ni pareces nuestra hermana, creí que mamá se había quedado en casa. » Tras utilizar el lenguaje de señas para expresarse, Nikolay se cubrió la boca para reírse de la cara de vergüenza que Irisha puso. La chica, sin poder controlarse, terminó golpeándole el brazo en repetidas ocasiones para lidiar con sus emociones. — ¡Ya, basta! No los voy a volver a salvar si sigues comparándome con ella. Me desesperan cuando son tan tontitos, eh.
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