Ezequiel estaba en aquel lóbrego bar, el invierno había caído rápido y había caído más rápido en su corazón. Apuro el Wiski y se puso la gorra y el abrigo. Fue hasta la serrería donde hacia un trabajo mundano, el alcohol acallaba al demonio y su recuerdo ese pelo como el fuego, su labor era mecánica, no requería de mucho empujar troncos por la cinta y evitar que se atascara, simple al final había acabado en Alaska donde no tenía por qué relacionarse con mucha gente, incluso había preferido el turno de noche en la serrería donde solo estaba dos operarios, el guarda de seguridad y el. Menos gente, menos preguntas, menos problemas.
Ezequiel estaba en aquel lóbrego bar, el invierno había caído rápido y había caído más rápido en su corazón. Apuro el Wiski y se puso la gorra y el abrigo. Fue hasta la serrería donde hacia un trabajo mundano, el alcohol acallaba al demonio y su recuerdo ese pelo como el fuego, su labor era mecánica, no requería de mucho empujar troncos por la cinta y evitar que se atascara, simple al final había acabado en Alaska donde no tenía por qué relacionarse con mucha gente, incluso había preferido el turno de noche en la serrería donde solo estaba dos operarios, el guarda de seguridad y el. Menos gente, menos preguntas, menos problemas.