Una jaula sigue siendo una jaula, aunque se decore con suaves telas, elegantes perfumes, regalos y flores.
Yelena no era más que una prisionera, una figura cuya existencia se limitaba a ser una imagen pública.
Ellos manejaban sus hilos, y ella, obediente, agachaba la cabeza.
La encerraban en una habitación meticulosamente organizada, diseñada para evitar que acabara con su propia vida.
Siempre había guardias en las ventanas y en la puerta, y un doctor perforaba su piel con agujas, pues ella ya no tenía deseo alguno de comer.
Sus sueños eran su único refugio, el último rincón donde podía recordar cómo lucían las flores, el cielo y el mar.
El día que olvidara los colores, ese día, Yelena sabría que habría muerto en vida.
Yelena no era más que una prisionera, una figura cuya existencia se limitaba a ser una imagen pública.
Ellos manejaban sus hilos, y ella, obediente, agachaba la cabeza.
La encerraban en una habitación meticulosamente organizada, diseñada para evitar que acabara con su propia vida.
Siempre había guardias en las ventanas y en la puerta, y un doctor perforaba su piel con agujas, pues ella ya no tenía deseo alguno de comer.
Sus sueños eran su único refugio, el último rincón donde podía recordar cómo lucían las flores, el cielo y el mar.
El día que olvidara los colores, ese día, Yelena sabría que habría muerto en vida.
Una jaula sigue siendo una jaula, aunque se decore con suaves telas, elegantes perfumes, regalos y flores.
Yelena no era más que una prisionera, una figura cuya existencia se limitaba a ser una imagen pública.
Ellos manejaban sus hilos, y ella, obediente, agachaba la cabeza.
La encerraban en una habitación meticulosamente organizada, diseñada para evitar que acabara con su propia vida.
Siempre había guardias en las ventanas y en la puerta, y un doctor perforaba su piel con agujas, pues ella ya no tenía deseo alguno de comer.
Sus sueños eran su único refugio, el último rincón donde podía recordar cómo lucían las flores, el cielo y el mar.
El día que olvidara los colores, ese día, Yelena sabría que habría muerto en vida.