— Alguna vez dejo de lado todos los disfraces; salgo tal cual soy. Cabello largo, una chaqueta
de terciopelo, que me recuerda épocas pasadas, y un par de anillos de esmeraldas en la mano
derecha. Y echo a andar con paso decidido por entre la multitud del centro de la ciudad, de
esta encantadora y corrupta ciudad sureña; o deambulo lentamente por las playas de arenas
blancas como la luna, respirando la cálida brisa.
Nadie se queda mirándome más de un segundo. Hay demasiadas cosas inexplicables a
nuestro alrededor: horrores, amenazas, misterios que atraen, y que luego inevitablemente
desencantan. Y se regresa a lo previsible y a lo rutinario. El príncipe nunca va a llegar, todo el
mundo lo sabe, y, además, quizá la Bella Durmiente esté muerta. ~
— Alguna vez dejo de lado todos los disfraces; salgo tal cual soy. Cabello largo, una chaqueta de terciopelo, que me recuerda épocas pasadas, y un par de anillos de esmeraldas en la mano derecha. Y echo a andar con paso decidido por entre la multitud del centro de la ciudad, de esta encantadora y corrupta ciudad sureña; o deambulo lentamente por las playas de arenas blancas como la luna, respirando la cálida brisa. Nadie se queda mirándome más de un segundo. Hay demasiadas cosas inexplicables a nuestro alrededor: horrores, amenazas, misterios que atraen, y que luego inevitablemente desencantan. Y se regresa a lo previsible y a lo rutinario. El príncipe nunca va a llegar, todo el mundo lo sabe, y, además, quizá la Bella Durmiente esté muerta. ~
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