Promises (mono rol)
—Nada más despedirse de Sidon, fue al palacio. El lugar en donde se encontraba el santuario a Mipha, aquel al que solo la familia real de la región de los zora tenía acceso. Tal y como el rey, le dijo nadie se cuestionó su presencia, al contrario. Mostraron una hospitalidad que llenó e calidez el cascarón vacío que ahora mismo era el hyliano. Y por supuesto no tuvieron problema alguno en indicarle dónde estaba el santuario privado.
Este se encontraba en los jardines, en una discreta capilla desde la cual podía verse todo el océano y a Vah Ruta. Quizá, el lugar más cercano y con mejores vistas a la bestia desde la ciudad. Algo lógico, teniendo en cuenta que no se podía ir hacia alli. A fin de cuentas, eso era lo más cercano que la familia de la anterior reina estaría nunca de ella. Se detuvo un momento, para tomar con cuidado algunas flores del jardín, haciendo un improvisado ramo antes de entrar. Puede que le diera problemas al jardinero real y tal vez Sidon se extrañase al ver que faltaban algunas flores pero, supuso que lo entendería. Tras esto, entró en silencio.
Era una edificación no demasiado grande con una bella estatua similar a la de la plaza principal pero esta era de cristal, adornada con algunas piedras preciosas, de modo que reflejaba toda la luz que entraba por la ventana tras ella y la irradiaba en toda la estancia, iluminándola así, del mismo modo que Mipha iluminó a todos con su presencia en vida. Se quedó observándola unos instantes con el corazón destrozado, a fin de cuentas si seguía vivo fue gracias a ella, quien de niño lo encontró. Sintiendo unos instantes con ardor en los ojos y como no podía controlar el ritmo de su respiración, avanzó para dejar el improvisado ramo a sus pies como regalo.
—No…no sé si sigues en Vah Ruta o… si te has ido para siempre… Pero, lo siento… siento mucho no haber podido hacer más por ti, Mipha. Ahora que lo recuerdo casi todo lo sé…—bajó la mirada apretando los puños en una mezcla de ira y tristeza, mientras sentía como sus ojos se humedecían y unas lagrimas comenzaban a bajar sin permiso por sus mejillas—.Tenías razón. No debería de haberme ido nunca. Debería haberme quedado aqui, en mi hogar. Al menos ahora estarías entre nosotros y puede que los demas no hubieran muerto, si solo me hubiera negado a la petición de Zelda, quizá habrían escogido a alguien mejor que yo y no se habrían perdido tantas vidas—se lamentó, apartando la mirada. Y es que, aunque fuera una estatua, no se atrevía a mirarla a los ojos—. Aún hay cosas que no recuerdo de mi pasado y no estoy… seguro de querer hacerlo. —respiró hondo y suspiró—.Me preocupa lo que pueda encontrar si intento indagar más en mi pasado, tengo incluso algunos…—hizo una pausa sin saber encontrar la palabra que estaba buscando —¿Restos?¿Remanentes? De recuerdos que sucedieron y a la vez no.Nunca fui del todo sincero contigo, y eso es algo que lamento. Te dije que me perdí sin más pero la verdad es mucho más complicada y… No podría contarla a nadie, es algo de lo que solo somos conscientes Zelda y yo, cualquier otra persona nos tomaría por locos. —se excusó, y volvió a suspirar al ver que estaba hablando sin sentido—.Las cosas no me han ido bien, Miph… Si, al final ganamos, si hay paz. Y sin embargo, sigo cargando con el peso de todo y no puedo demostrar lo cansado y hundido que estoy, por que sé que vaya donde vaya, los ojos de todo el mundo están sobre mi, por eso tengo que aparentar que no me pasa nada. Tal como dijo Zelda, si la casa real y el héroe están bien, todo va bien. —sacudió suavemente la cabeza—.Y no me importa, en cierto modo, creo que así es más fácil. Obedecer órdenes y pelear es lo que se me da mejor y lo único que sé hacer. Lo triste es que pese a todo ni siquiera quiera es suficiente… No puedo más, aunque no te preocupes, siempre puedo aguantar un poco más. Solo necesito un descanso, voy a quedarme unos días, hasta estar mejor. —en ese momento,se secó las lágrimas de los ojos y levantó la mirada para ver el rostro tranquilo de la estatua y sonríele —.Te prometo que volveré a venir a verte. —tras esto trató de terminar de calmarse y tras despedirse y dedicarle una última mirada a la efigie, se marchó a la posada —
Este se encontraba en los jardines, en una discreta capilla desde la cual podía verse todo el océano y a Vah Ruta. Quizá, el lugar más cercano y con mejores vistas a la bestia desde la ciudad. Algo lógico, teniendo en cuenta que no se podía ir hacia alli. A fin de cuentas, eso era lo más cercano que la familia de la anterior reina estaría nunca de ella. Se detuvo un momento, para tomar con cuidado algunas flores del jardín, haciendo un improvisado ramo antes de entrar. Puede que le diera problemas al jardinero real y tal vez Sidon se extrañase al ver que faltaban algunas flores pero, supuso que lo entendería. Tras esto, entró en silencio.
Era una edificación no demasiado grande con una bella estatua similar a la de la plaza principal pero esta era de cristal, adornada con algunas piedras preciosas, de modo que reflejaba toda la luz que entraba por la ventana tras ella y la irradiaba en toda la estancia, iluminándola así, del mismo modo que Mipha iluminó a todos con su presencia en vida. Se quedó observándola unos instantes con el corazón destrozado, a fin de cuentas si seguía vivo fue gracias a ella, quien de niño lo encontró. Sintiendo unos instantes con ardor en los ojos y como no podía controlar el ritmo de su respiración, avanzó para dejar el improvisado ramo a sus pies como regalo.
—No…no sé si sigues en Vah Ruta o… si te has ido para siempre… Pero, lo siento… siento mucho no haber podido hacer más por ti, Mipha. Ahora que lo recuerdo casi todo lo sé…—bajó la mirada apretando los puños en una mezcla de ira y tristeza, mientras sentía como sus ojos se humedecían y unas lagrimas comenzaban a bajar sin permiso por sus mejillas—.Tenías razón. No debería de haberme ido nunca. Debería haberme quedado aqui, en mi hogar. Al menos ahora estarías entre nosotros y puede que los demas no hubieran muerto, si solo me hubiera negado a la petición de Zelda, quizá habrían escogido a alguien mejor que yo y no se habrían perdido tantas vidas—se lamentó, apartando la mirada. Y es que, aunque fuera una estatua, no se atrevía a mirarla a los ojos—. Aún hay cosas que no recuerdo de mi pasado y no estoy… seguro de querer hacerlo. —respiró hondo y suspiró—.Me preocupa lo que pueda encontrar si intento indagar más en mi pasado, tengo incluso algunos…—hizo una pausa sin saber encontrar la palabra que estaba buscando —¿Restos?¿Remanentes? De recuerdos que sucedieron y a la vez no.Nunca fui del todo sincero contigo, y eso es algo que lamento. Te dije que me perdí sin más pero la verdad es mucho más complicada y… No podría contarla a nadie, es algo de lo que solo somos conscientes Zelda y yo, cualquier otra persona nos tomaría por locos. —se excusó, y volvió a suspirar al ver que estaba hablando sin sentido—.Las cosas no me han ido bien, Miph… Si, al final ganamos, si hay paz. Y sin embargo, sigo cargando con el peso de todo y no puedo demostrar lo cansado y hundido que estoy, por que sé que vaya donde vaya, los ojos de todo el mundo están sobre mi, por eso tengo que aparentar que no me pasa nada. Tal como dijo Zelda, si la casa real y el héroe están bien, todo va bien. —sacudió suavemente la cabeza—.Y no me importa, en cierto modo, creo que así es más fácil. Obedecer órdenes y pelear es lo que se me da mejor y lo único que sé hacer. Lo triste es que pese a todo ni siquiera quiera es suficiente… No puedo más, aunque no te preocupes, siempre puedo aguantar un poco más. Solo necesito un descanso, voy a quedarme unos días, hasta estar mejor. —en ese momento,se secó las lágrimas de los ojos y levantó la mirada para ver el rostro tranquilo de la estatua y sonríele —.Te prometo que volveré a venir a verte. —tras esto trató de terminar de calmarse y tras despedirse y dedicarle una última mirada a la efigie, se marchó a la posada —
—Nada más despedirse de Sidon, fue al palacio. El lugar en donde se encontraba el santuario a Mipha, aquel al que solo la familia real de la región de los zora tenía acceso. Tal y como el rey, le dijo nadie se cuestionó su presencia, al contrario. Mostraron una hospitalidad que llenó e calidez el cascarón vacío que ahora mismo era el hyliano. Y por supuesto no tuvieron problema alguno en indicarle dónde estaba el santuario privado.
Este se encontraba en los jardines, en una discreta capilla desde la cual podía verse todo el océano y a Vah Ruta. Quizá, el lugar más cercano y con mejores vistas a la bestia desde la ciudad. Algo lógico, teniendo en cuenta que no se podía ir hacia alli. A fin de cuentas, eso era lo más cercano que la familia de la anterior reina estaría nunca de ella. Se detuvo un momento, para tomar con cuidado algunas flores del jardín, haciendo un improvisado ramo antes de entrar. Puede que le diera problemas al jardinero real y tal vez Sidon se extrañase al ver que faltaban algunas flores pero, supuso que lo entendería. Tras esto, entró en silencio.
Era una edificación no demasiado grande con una bella estatua similar a la de la plaza principal pero esta era de cristal, adornada con algunas piedras preciosas, de modo que reflejaba toda la luz que entraba por la ventana tras ella y la irradiaba en toda la estancia, iluminándola así, del mismo modo que Mipha iluminó a todos con su presencia en vida. Se quedó observándola unos instantes con el corazón destrozado, a fin de cuentas si seguía vivo fue gracias a ella, quien de niño lo encontró. Sintiendo unos instantes con ardor en los ojos y como no podía controlar el ritmo de su respiración, avanzó para dejar el improvisado ramo a sus pies como regalo.
—No…no sé si sigues en Vah Ruta o… si te has ido para siempre… Pero, lo siento… siento mucho no haber podido hacer más por ti, Mipha. Ahora que lo recuerdo casi todo lo sé…—bajó la mirada apretando los puños en una mezcla de ira y tristeza, mientras sentía como sus ojos se humedecían y unas lagrimas comenzaban a bajar sin permiso por sus mejillas—.Tenías razón. No debería de haberme ido nunca. Debería haberme quedado aqui, en mi hogar. Al menos ahora estarías entre nosotros y puede que los demas no hubieran muerto, si solo me hubiera negado a la petición de Zelda, quizá habrían escogido a alguien mejor que yo y no se habrían perdido tantas vidas—se lamentó, apartando la mirada. Y es que, aunque fuera una estatua, no se atrevía a mirarla a los ojos—. Aún hay cosas que no recuerdo de mi pasado y no estoy… seguro de querer hacerlo. —respiró hondo y suspiró—.Me preocupa lo que pueda encontrar si intento indagar más en mi pasado, tengo incluso algunos…—hizo una pausa sin saber encontrar la palabra que estaba buscando —¿Restos?¿Remanentes? De recuerdos que sucedieron y a la vez no.Nunca fui del todo sincero contigo, y eso es algo que lamento. Te dije que me perdí sin más pero la verdad es mucho más complicada y… No podría contarla a nadie, es algo de lo que solo somos conscientes Zelda y yo, cualquier otra persona nos tomaría por locos. —se excusó, y volvió a suspirar al ver que estaba hablando sin sentido—.Las cosas no me han ido bien, Miph… Si, al final ganamos, si hay paz. Y sin embargo, sigo cargando con el peso de todo y no puedo demostrar lo cansado y hundido que estoy, por que sé que vaya donde vaya, los ojos de todo el mundo están sobre mi, por eso tengo que aparentar que no me pasa nada. Tal como dijo Zelda, si la casa real y el héroe están bien, todo va bien. —sacudió suavemente la cabeza—.Y no me importa, en cierto modo, creo que así es más fácil. Obedecer órdenes y pelear es lo que se me da mejor y lo único que sé hacer. Lo triste es que pese a todo ni siquiera quiera es suficiente… No puedo más, aunque no te preocupes, siempre puedo aguantar un poco más. Solo necesito un descanso, voy a quedarme unos días, hasta estar mejor. —en ese momento,se secó las lágrimas de los ojos y levantó la mirada para ver el rostro tranquilo de la estatua y sonríele —.Te prometo que volveré a venir a verte. —tras esto trató de terminar de calmarse y tras despedirse y dedicarle una última mirada a la efigie, se marchó a la posada —
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