Estaba sola en un claro del bosque, con el atardecer bañando todo con tonos dorados y anaranjados. En sus manos sostenia una pequeña caja de terciopelo negro, que encontró cuidadosamente dejada para ser vista por su avido ojo. Al abrirla, sus ojos se ensanchan al ver el anillo, un anillo oscuro y elegante que parece brillar débilmente, como si contuviera un fragmento de las sombras mismas. Un anillo corrupto, pero… ¿Su anillo?

Por un momento, se quedó sin palabras, el aire atrapado en sus pulmones.

—¿Gazú...? —Rápidamente ató cabos, la falta de su presencia aumentando inclusive la intensidad del gesto.

El anillo parecía casi resonar con su energía, como si fuera una extensión de él. Lo tomó con cuidado, sosteniéndolo entre los dedos mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.

—"My Blue Rose"... Siempre sabiendo cómo dejarme sin palabras.

Se sentó sobre una roca cercana, examinando los detalles del anillo. Su expresión era una mezcla de maravilla y desconcierto. Por mucho que lo intentaba, no podía evitar sentir el calor en su pecho, una emoción que rara vez permite florecer.

—¿Cómo siempre logras esto, Gazú? Hacerme sentir... Vista. Como si importara, aunque nunca lo diga en voz alta. —Susurro, pensativa, acariciando con el pulgar cada detalle, cada hendidura, cada símbolo aún oculto para ella.

Por un momento, se sintió expuesta, pero también segura, como si el anillo fuera un recordatorio físico de su conexión con él. Lentamente, se lo puso en el dedo, observando cómo encajaba perfectamente, como si hubiera sido hecho para ella.

—No estás aquí, pero... Lo siento, ¿sabes? Tu forma de cuidarme, incluso desde lejos.

Echó un vistazo al anillo una vez más, y su sonrisa se tornó más amplia, más sincera… Más suya, sin las caricias de un tormentoso dolor acariciando cada centímetro de su piel.

—Supongo que este es tu regalo de cumpleaños… No sé si merezco algo así, pero gracias. Siempre sabes exactamente lo que necesito, incluso cuando no tengo idea.

Se recostó contra el árbol, dejando que el anillo brillara débilmente bajo la luz menguante. En ese momento, sintió que la conexión con Gazú Bonetti no dependía de la presencia física; él siempre estaba con ella, en sus pensamientos, en sus sombras, y ahora, en este anillo que llevaba en su dedo como un recordatorio de todo lo que han compartido y lo que está por venir.
Estaba sola en un claro del bosque, con el atardecer bañando todo con tonos dorados y anaranjados. En sus manos sostenia una pequeña caja de terciopelo negro, que encontró cuidadosamente dejada para ser vista por su avido ojo. Al abrirla, sus ojos se ensanchan al ver el anillo, un anillo oscuro y elegante que parece brillar débilmente, como si contuviera un fragmento de las sombras mismas. Un anillo corrupto, pero… ¿Su anillo? Por un momento, se quedó sin palabras, el aire atrapado en sus pulmones. —¿Gazú...? —Rápidamente ató cabos, la falta de su presencia aumentando inclusive la intensidad del gesto. El anillo parecía casi resonar con su energía, como si fuera una extensión de él. Lo tomó con cuidado, sosteniéndolo entre los dedos mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios. —"My Blue Rose"... Siempre sabiendo cómo dejarme sin palabras. Se sentó sobre una roca cercana, examinando los detalles del anillo. Su expresión era una mezcla de maravilla y desconcierto. Por mucho que lo intentaba, no podía evitar sentir el calor en su pecho, una emoción que rara vez permite florecer. —¿Cómo siempre logras esto, Gazú? Hacerme sentir... Vista. Como si importara, aunque nunca lo diga en voz alta. —Susurro, pensativa, acariciando con el pulgar cada detalle, cada hendidura, cada símbolo aún oculto para ella. Por un momento, se sintió expuesta, pero también segura, como si el anillo fuera un recordatorio físico de su conexión con él. Lentamente, se lo puso en el dedo, observando cómo encajaba perfectamente, como si hubiera sido hecho para ella. —No estás aquí, pero... Lo siento, ¿sabes? Tu forma de cuidarme, incluso desde lejos. Echó un vistazo al anillo una vez más, y su sonrisa se tornó más amplia, más sincera… Más suya, sin las caricias de un tormentoso dolor acariciando cada centímetro de su piel. —Supongo que este es tu regalo de cumpleaños… No sé si merezco algo así, pero gracias. Siempre sabes exactamente lo que necesito, incluso cuando no tengo idea. Se recostó contra el árbol, dejando que el anillo brillara débilmente bajo la luz menguante. En ese momento, sintió que la conexión con [Gazu1221] no dependía de la presencia física; él siempre estaba con ella, en sus pensamientos, en sus sombras, y ahora, en este anillo que llevaba en su dedo como un recordatorio de todo lo que han compartido y lo que está por venir.
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