En un rincón olvidado del mundo, el tiempo parecía haberse detenido. Las ruinas de un antiguo templo dormían bajo el peso de la naturaleza, cubiertas por musgo y flores silvestres. Entre las columnas desgastadas y las estatuas quebradas, la gorgona se movía con una gracia silenciosa, como si cada paso suyo respetara la memoria de los que alguna vez la veneraron. Con delicadeza, su mano acarició el rostro de una estatua, un guerrero petrificado cuyo semblante reflejaba tanto miedo como fascinación. Las serpientes que coronaban su cabeza se agitaron suavemente, murmurando entre sí, como si compartieran recuerdos lejanos.
En un rincón olvidado del mundo, el tiempo parecía haberse detenido. Las ruinas de un antiguo templo dormían bajo el peso de la naturaleza, cubiertas por musgo y flores silvestres. Entre las columnas desgastadas y las estatuas quebradas, la gorgona se movía con una gracia silenciosa, como si cada paso suyo respetara la memoria de los que alguna vez la veneraron. Con delicadeza, su mano acarició el rostro de una estatua, un guerrero petrificado cuyo semblante reflejaba tanto miedo como fascinación. Las serpientes que coronaban su cabeza se agitaron suavemente, murmurando entre sí, como si compartieran recuerdos lejanos.