Todo en este mundo obedece a un orden, a una necesidad subyacente. Nada está colocado al azar ni dejado al olvido. Cada persona tiene su tarea, su deber, y por encima de todo, su papel que debe cumplir en esta intrincada maquinaria que ha de mantenerse en movimiento.
¿Acaso os preguntáis cuál es la razón de mi liderazgo, encerrado en una posición que para muchos no es más que burocracia vacía?
Sabed esto: soy consciente de lo que puedo desatar, o, si es necesario, lo que puedo frenar con un solo movimiento.
Solo aquellos que han recorrido los campos de batalla, que han visto la muerte a sus pies y sentido el peso de la guerra en su carne, son los que poseen el conocimiento profundo de sus consecuencias.
Y yo, lo sé bien.
¿Acaso os preguntáis cuál es la razón de mi liderazgo, encerrado en una posición que para muchos no es más que burocracia vacía?
Sabed esto: soy consciente de lo que puedo desatar, o, si es necesario, lo que puedo frenar con un solo movimiento.
Solo aquellos que han recorrido los campos de batalla, que han visto la muerte a sus pies y sentido el peso de la guerra en su carne, son los que poseen el conocimiento profundo de sus consecuencias.
Y yo, lo sé bien.
Todo en este mundo obedece a un orden, a una necesidad subyacente. Nada está colocado al azar ni dejado al olvido. Cada persona tiene su tarea, su deber, y por encima de todo, su papel que debe cumplir en esta intrincada maquinaria que ha de mantenerse en movimiento.
¿Acaso os preguntáis cuál es la razón de mi liderazgo, encerrado en una posición que para muchos no es más que burocracia vacía?
Sabed esto: soy consciente de lo que puedo desatar, o, si es necesario, lo que puedo frenar con un solo movimiento.
Solo aquellos que han recorrido los campos de batalla, que han visto la muerte a sus pies y sentido el peso de la guerra en su carne, son los que poseen el conocimiento profundo de sus consecuencias.
Y yo, lo sé bien.