Aunque era un príncipe y en su reino se le permitía tener un harem, nunca optó por tenerlo, lo creía algo innecesario.

Pero últimamente ha visto a muchas chicas por ahí revelando mucho. Se crió de una forma conservadora, pero ahora sentía que había visto algo indebido sin permiso. Así que tomó un libro sagrado y se puso a memorizar y recitar el mantra por un tiempo.

— No hay vista, ni oído, ni olfato, ni gusto, ni tacto, ni mente. No hay apariencias, ni sonido, ni olor, ni sabor, ni tacto, ni dharmas; no hay dhatu de la vista, ni de ningún otro sentido y tampoco de la mente, ni dhatu de la consciencia mental. No hay ignorancia, ni fin de la ignorancia… ni tampoco vejez y muerte, ni fin de la vejez y de la muerte. No hay sufrimiento, ni origen del sufrimiento, ni cese del sufrimiento; ni camino, ni sabiduría, ni logros ni no-logros...
Aunque era un príncipe y en su reino se le permitía tener un harem, nunca optó por tenerlo, lo creía algo innecesario. Pero últimamente ha visto a muchas chicas por ahí revelando mucho. Se crió de una forma conservadora, pero ahora sentía que había visto algo indebido sin permiso. Así que tomó un libro sagrado y se puso a memorizar y recitar el mantra por un tiempo. — No hay vista, ni oído, ni olfato, ni gusto, ni tacto, ni mente. No hay apariencias, ni sonido, ni olor, ni sabor, ni tacto, ni dharmas; no hay dhatu de la vista, ni de ningún otro sentido y tampoco de la mente, ni dhatu de la consciencia mental. No hay ignorancia, ni fin de la ignorancia… ni tampoco vejez y muerte, ni fin de la vejez y de la muerte. No hay sufrimiento, ni origen del sufrimiento, ni cese del sufrimiento; ni camino, ni sabiduría, ni logros ni no-logros...
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