Estás dispuesto a arriesgar tu vida?
*La luna llena se alzaba alta en el cielo, proyectando su tenue luz sobre el antiguo castillo oculto al borde de la ciudad. Los muros de piedra oscura, cubiertos de enredaderas, parecían susurrar secretos de siglos pasados. En el vasto salón principal, decorado con candelabros de hierro forjado y tapices descoloridos, Eliza aguardaba. Su figura se recortaba contra la luz vacilante de las velas, sentada con desdén en un trono de mármol negro adornado con gárgolas. Sus ojos carmesí brillaban en la penumbra, siguiendo los pasos de su visitante mientras cruzaba las enormes puertas de madera que chirriaban con un sonido fantasmagórico.*
>Vaya, vaya...
*murmuró con una voz sedosa, casi un susurro que resonó en la inmensidad del salón. Se inclinó ligeramente hacia adelante, dejando que una sonrisa ladeada revelara sus colmillos. Su tono era casi juguetón, pero con un filo que hacía difícil discernir si era un saludo o una amenaza*
>¿Quién sería tan osado como para irrumpir en mi dominio sin anunciarse?
*Sin levantarse, Eliza extendió una mano pálida, con uñas pintadas de negro, señalando la alfombra roja que llevaba directamente hasta su trono.*
>Acércate, desconocid@.
*Su sonrisa se amplió, sus colmillos reluciendo a la luz de las velas*
Pero ten cuidado... algunos que se atreven a entrar aquí no vuelven a salir.
*Un murmullo etéreo pareció emanar de las sombras que la rodeaban, como si el castillo mismo respirara en sincronía con la vampira. El aire se tornó más frío, y el aroma de rosas secas llenaba la estancia, haciendo que cada paso hacia ella pareciera un desafío a lo desconocido.*
>Vaya, vaya...
*murmuró con una voz sedosa, casi un susurro que resonó en la inmensidad del salón. Se inclinó ligeramente hacia adelante, dejando que una sonrisa ladeada revelara sus colmillos. Su tono era casi juguetón, pero con un filo que hacía difícil discernir si era un saludo o una amenaza*
>¿Quién sería tan osado como para irrumpir en mi dominio sin anunciarse?
*Sin levantarse, Eliza extendió una mano pálida, con uñas pintadas de negro, señalando la alfombra roja que llevaba directamente hasta su trono.*
>Acércate, desconocid@.
*Su sonrisa se amplió, sus colmillos reluciendo a la luz de las velas*
Pero ten cuidado... algunos que se atreven a entrar aquí no vuelven a salir.
*Un murmullo etéreo pareció emanar de las sombras que la rodeaban, como si el castillo mismo respirara en sincronía con la vampira. El aire se tornó más frío, y el aroma de rosas secas llenaba la estancia, haciendo que cada paso hacia ella pareciera un desafío a lo desconocido.*
*La luna llena se alzaba alta en el cielo, proyectando su tenue luz sobre el antiguo castillo oculto al borde de la ciudad. Los muros de piedra oscura, cubiertos de enredaderas, parecían susurrar secretos de siglos pasados. En el vasto salón principal, decorado con candelabros de hierro forjado y tapices descoloridos, Eliza aguardaba. Su figura se recortaba contra la luz vacilante de las velas, sentada con desdén en un trono de mármol negro adornado con gárgolas. Sus ojos carmesí brillaban en la penumbra, siguiendo los pasos de su visitante mientras cruzaba las enormes puertas de madera que chirriaban con un sonido fantasmagórico.*
>Vaya, vaya...
*murmuró con una voz sedosa, casi un susurro que resonó en la inmensidad del salón. Se inclinó ligeramente hacia adelante, dejando que una sonrisa ladeada revelara sus colmillos. Su tono era casi juguetón, pero con un filo que hacía difícil discernir si era un saludo o una amenaza*
>¿Quién sería tan osado como para irrumpir en mi dominio sin anunciarse?
*Sin levantarse, Eliza extendió una mano pálida, con uñas pintadas de negro, señalando la alfombra roja que llevaba directamente hasta su trono.*
>Acércate, desconocid@.
*Su sonrisa se amplió, sus colmillos reluciendo a la luz de las velas*
Pero ten cuidado... algunos que se atreven a entrar aquí no vuelven a salir.
*Un murmullo etéreo pareció emanar de las sombras que la rodeaban, como si el castillo mismo respirara en sincronía con la vampira. El aire se tornó más frío, y el aroma de rosas secas llenaba la estancia, haciendo que cada paso hacia ella pareciera un desafío a lo desconocido.*
Tipo
Individual
Líneas
15
Estado
Disponible