«POV: Kafka»

Recuerdo haber vagado por las calles en busca de volver donde Boyka, mi visión era borrosa con cada paso que di y luego... —Y luego estoy aquí...—Un murmullo fugaz escapó de mis labios, a pesar de escucharse tan somnoliento y desganado. No sé cómo llegué, ni cuándo vine a parar en este sucio almacén donde su dueño apenas lo adornó con uno que otro mueble. Hay ventanas rotas por donde se pasea el viento frío del mar, creo haber visto agujeros en el techo y las paredes de lámina ya parecen más de óxido que de lámina.

Tuve un sueño, uno extraño y de naturaleza ilógica; me sentía tan alto, tanto que creí poder robarme un pedazo de nube del cielo; me sentía tan ligero que parecía ser capaz de ganar una carrera contra el viento; tenía hambre, demasiada, y llegó al punto de soñar que me comía un espantapájaros. Pero nada de cómo llegué al almacén. Odio no poder recordar, es frustrante.

...

«POV: ???»

"¡Policía!"

Ha pasado media hora desde el grito y la llegada de la policía que no dudó en arrasar con la parte superior de mi local. Hubo un par de gritos más, pero después todo calló.

—Te dije que no te preocuparas. — Estoy encerrado en un sótano con una persona que me hace pensar que estoy más seguro con la policía que con él. Esos ojos dorados solo inspiran la desconfianza en la gente, temor en aquellos que no van con una pistola a mano.

Aquí, en la bodega de mi bar, solo hay cuatro personas; dos de mis guardias más confiables, yo y el enfermo mental que tengo enfrente.

—Boyka... ¿Cómo piensas que puedo hacer un encargo como ese?

—Tienes influencia en toda la manzana, ¿por qué te costaría tanto? —Me cuestionó enseguida. Ese lunático de verdad está decidido a pagar por algo tan... ruin.

He conocido varios tipos de criminales; adictos cegados por el placer, estafadores hundidos en estrés y chiflados con delirio de villano de película. No sé con cuál de esos calzaría mejor este remedo de brujo.

—Si te descubren... ¿Qué me garantiza que la policía no estará en la puerta de mi casa? —En un disimulado movimiento busqué, tan lento y constante como me fue posible, la navaja oculta entre mi pantalón y mi ropa interior. En mis huesos presentía que la respuesta no iba a ser de mi agrado.

—Yasuke... No. Mejor dicho... Jeremy. —

Mi nombre. Él lo dijo con total tranquilidad.

—Mueve un dedo y te doy un tiro en esos ojitos. —

Mis guardias, amigos de total confianza, no dudaron en sacar las armas, no titubearon en apuntar y amenazar. Los tres estábamos sorprendidos, después de todo ninguno esperaba que ese enfermo supiera el nombre que he estado ocultando durante tantos años.

—Jeremy... Dame lo que quiero, ahora que te lo pido con tanta paciencia. —Huevudo. Ni siquiera una amenaza de muerte, un tiro en la cabeza, fue capaz de borrarle la sonrisa del rostro.
«POV: Kafka» Recuerdo haber vagado por las calles en busca de volver donde Boyka, mi visión era borrosa con cada paso que di y luego... —Y luego estoy aquí...—Un murmullo fugaz escapó de mis labios, a pesar de escucharse tan somnoliento y desganado. No sé cómo llegué, ni cuándo vine a parar en este sucio almacén donde su dueño apenas lo adornó con uno que otro mueble. Hay ventanas rotas por donde se pasea el viento frío del mar, creo haber visto agujeros en el techo y las paredes de lámina ya parecen más de óxido que de lámina. Tuve un sueño, uno extraño y de naturaleza ilógica; me sentía tan alto, tanto que creí poder robarme un pedazo de nube del cielo; me sentía tan ligero que parecía ser capaz de ganar una carrera contra el viento; tenía hambre, demasiada, y llegó al punto de soñar que me comía un espantapájaros. Pero nada de cómo llegué al almacén. Odio no poder recordar, es frustrante. ... «POV: ???» "¡Policía!" Ha pasado media hora desde el grito y la llegada de la policía que no dudó en arrasar con la parte superior de mi local. Hubo un par de gritos más, pero después todo calló. —Te dije que no te preocuparas. — Estoy encerrado en un sótano con una persona que me hace pensar que estoy más seguro con la policía que con él. Esos ojos dorados solo inspiran la desconfianza en la gente, temor en aquellos que no van con una pistola a mano. Aquí, en la bodega de mi bar, solo hay cuatro personas; dos de mis guardias más confiables, yo y el enfermo mental que tengo enfrente. —Boyka... ¿Cómo piensas que puedo hacer un encargo como ese? —Tienes influencia en toda la manzana, ¿por qué te costaría tanto? —Me cuestionó enseguida. Ese lunático de verdad está decidido a pagar por algo tan... ruin. He conocido varios tipos de criminales; adictos cegados por el placer, estafadores hundidos en estrés y chiflados con delirio de villano de película. No sé con cuál de esos calzaría mejor este remedo de brujo. —Si te descubren... ¿Qué me garantiza que la policía no estará en la puerta de mi casa? —En un disimulado movimiento busqué, tan lento y constante como me fue posible, la navaja oculta entre mi pantalón y mi ropa interior. En mis huesos presentía que la respuesta no iba a ser de mi agrado. —Yasuke... No. Mejor dicho... Jeremy. — Mi nombre. Él lo dijo con total tranquilidad. —Mueve un dedo y te doy un tiro en esos ojitos. — Mis guardias, amigos de total confianza, no dudaron en sacar las armas, no titubearon en apuntar y amenazar. Los tres estábamos sorprendidos, después de todo ninguno esperaba que ese enfermo supiera el nombre que he estado ocultando durante tantos años. —Jeremy... Dame lo que quiero, ahora que te lo pido con tanta paciencia. —Huevudo. Ni siquiera una amenaza de muerte, un tiro en la cabeza, fue capaz de borrarle la sonrisa del rostro.
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