El descenso
//Libre para quien quiera responder, no busco rol de 5 lineas ni rol con personajes tipo furry o caricaturas//
---- Hace mucho tiempo atrás----
Y lo primero que conoció de este mundo, fue el barro.
El barro recibió el impacto de su llegada, junto con el dolor.
Su entidad, flameante y gloriosa fue atrapada en este cuerpo, pesado y asfixiante que brillaba intensamente, en este corazón galopante que le llenaba de adrenalina cada extremidad.
En el barro inició, tratando de levantarse, de hacer equilibrio, sintiendo en la espalda el peso de sus alas.
Jamás habia tenido que cargar consigo mismo, sus manos al principio dolieron, tratando de apalancar su torso desnudo.
Cuando por fin alzó la cabeza, pudo darse cuenta de que estaba en el bosque. Pudo sentir el frío sobre su mejilla, su desnudez de una piel tersa y perfecta, y unos cabellos que se pegaban a su rostro y se llenaban de barro.
Pero pudo sonreir, entre jadeos, pues le habia sido concedido su deseo. Estaba en el valle de los hombres, en el jardín personal del Creador.
En su granja de hormigas.
Ya no más como un espectador pasivo, o un oyente de anécdotas. Ahora tenia la oportunidad de vivir, de sentir y aprender a través de este cuerpo perecedero y esta mente encerrada en una nueva cosmovisión.
Se puso de pie, tomandose su tiempo para sentir las piernas, percatarse de que tenia una encarnación masculina. Se olfateó y tomó hasta consciencia de sus órganos, de su éter, del poder encapsulado en él, preparado para dar lucha y muerte si quería.
Caminó por primera vez, entre tierra negra, líquenes y follaje, lastimándose con piedras y raspándose con la hiedra. El dolor era soportable, una distracción apenas.
Al salir del matorral, sintió la claridad de la mañana en el rostro, junto al canto de las aves, los insectos y otras alimañas. Jamás volveria a vivenciar un amanecer como ése, uno que le llenó de esperanza por la humanidad. Sería la última vez que la tendría tan alto en el corazón, aunque no lo sabía aún.
Caminó lentamente hasta divisar un camino, y a lo lejos, la ciudad.
A voluntad escondió sus alas, su brillo que quemaba el cesped, y caminó. Estaba consciente de la desnudez así que tocaba caminar hasta encontrar con qué cubrirse, muy enterado de que en el mundo de los humanos, andar sin ropa alteraba el orden social.
Caminó siguiendo esa ruta asfaltada, a la espera de su primer contacto con otra criatura esperaba, pacífica.
---- Hace mucho tiempo atrás----
Y lo primero que conoció de este mundo, fue el barro.
El barro recibió el impacto de su llegada, junto con el dolor.
Su entidad, flameante y gloriosa fue atrapada en este cuerpo, pesado y asfixiante que brillaba intensamente, en este corazón galopante que le llenaba de adrenalina cada extremidad.
En el barro inició, tratando de levantarse, de hacer equilibrio, sintiendo en la espalda el peso de sus alas.
Jamás habia tenido que cargar consigo mismo, sus manos al principio dolieron, tratando de apalancar su torso desnudo.
Cuando por fin alzó la cabeza, pudo darse cuenta de que estaba en el bosque. Pudo sentir el frío sobre su mejilla, su desnudez de una piel tersa y perfecta, y unos cabellos que se pegaban a su rostro y se llenaban de barro.
Pero pudo sonreir, entre jadeos, pues le habia sido concedido su deseo. Estaba en el valle de los hombres, en el jardín personal del Creador.
En su granja de hormigas.
Ya no más como un espectador pasivo, o un oyente de anécdotas. Ahora tenia la oportunidad de vivir, de sentir y aprender a través de este cuerpo perecedero y esta mente encerrada en una nueva cosmovisión.
Se puso de pie, tomandose su tiempo para sentir las piernas, percatarse de que tenia una encarnación masculina. Se olfateó y tomó hasta consciencia de sus órganos, de su éter, del poder encapsulado en él, preparado para dar lucha y muerte si quería.
Caminó por primera vez, entre tierra negra, líquenes y follaje, lastimándose con piedras y raspándose con la hiedra. El dolor era soportable, una distracción apenas.
Al salir del matorral, sintió la claridad de la mañana en el rostro, junto al canto de las aves, los insectos y otras alimañas. Jamás volveria a vivenciar un amanecer como ése, uno que le llenó de esperanza por la humanidad. Sería la última vez que la tendría tan alto en el corazón, aunque no lo sabía aún.
Caminó lentamente hasta divisar un camino, y a lo lejos, la ciudad.
A voluntad escondió sus alas, su brillo que quemaba el cesped, y caminó. Estaba consciente de la desnudez así que tocaba caminar hasta encontrar con qué cubrirse, muy enterado de que en el mundo de los humanos, andar sin ropa alteraba el orden social.
Caminó siguiendo esa ruta asfaltada, a la espera de su primer contacto con otra criatura esperaba, pacífica.
//Libre para quien quiera responder, no busco rol de 5 lineas ni rol con personajes tipo furry o caricaturas//
---- Hace mucho tiempo atrás----
Y lo primero que conoció de este mundo, fue el barro.
El barro recibió el impacto de su llegada, junto con el dolor.
Su entidad, flameante y gloriosa fue atrapada en este cuerpo, pesado y asfixiante que brillaba intensamente, en este corazón galopante que le llenaba de adrenalina cada extremidad.
En el barro inició, tratando de levantarse, de hacer equilibrio, sintiendo en la espalda el peso de sus alas.
Jamás habia tenido que cargar consigo mismo, sus manos al principio dolieron, tratando de apalancar su torso desnudo.
Cuando por fin alzó la cabeza, pudo darse cuenta de que estaba en el bosque. Pudo sentir el frío sobre su mejilla, su desnudez de una piel tersa y perfecta, y unos cabellos que se pegaban a su rostro y se llenaban de barro.
Pero pudo sonreir, entre jadeos, pues le habia sido concedido su deseo. Estaba en el valle de los hombres, en el jardín personal del Creador.
En su granja de hormigas.
Ya no más como un espectador pasivo, o un oyente de anécdotas. Ahora tenia la oportunidad de vivir, de sentir y aprender a través de este cuerpo perecedero y esta mente encerrada en una nueva cosmovisión.
Se puso de pie, tomandose su tiempo para sentir las piernas, percatarse de que tenia una encarnación masculina. Se olfateó y tomó hasta consciencia de sus órganos, de su éter, del poder encapsulado en él, preparado para dar lucha y muerte si quería.
Caminó por primera vez, entre tierra negra, líquenes y follaje, lastimándose con piedras y raspándose con la hiedra. El dolor era soportable, una distracción apenas.
Al salir del matorral, sintió la claridad de la mañana en el rostro, junto al canto de las aves, los insectos y otras alimañas. Jamás volveria a vivenciar un amanecer como ése, uno que le llenó de esperanza por la humanidad. Sería la última vez que la tendría tan alto en el corazón, aunque no lo sabía aún.
Caminó lentamente hasta divisar un camino, y a lo lejos, la ciudad.
A voluntad escondió sus alas, su brillo que quemaba el cesped, y caminó. Estaba consciente de la desnudez así que tocaba caminar hasta encontrar con qué cubrirse, muy enterado de que en el mundo de los humanos, andar sin ropa alteraba el orden social.
Caminó siguiendo esa ruta asfaltada, a la espera de su primer contacto con otra criatura esperaba, pacífica.
Tipo
Individual
Líneas
50
Estado
Disponible