¿Qué ocurre cuando lo incorruptible es arrastrado hacia la oscuridad?

Era como si siglos de intachable virtud se desmoronaran en un suspiro. Como un castillo de cristal, elevado por manos divinas, que sucumbe ante el primer temblor. Así, la vida del zorro había tomado un giro inesperado. Bastaron unos pocos sucesos para hacerle caminar sobre esa fina línea, un frágil hilo que separaba la pureza divina de la sombra de la corrupción que acechaba, siempre paciente.

"", murmuraba para sí Kazuo, dejando que aquella idea, seductora y peligrosa como un río envenenado, fluyera por su mente.

La venganza susurraba en su oído con la voz del viento; el miedo a la pérdida le envolvía como un frío manto en la noche; el egoísmo se enredaba en sus pensamientos como zarzas espinosas. Y luego estaba el amor… Un sentimiento tan humano, tan vibrante, que desgarraba las fibras de su ser inmortal con su intensidad abrasadora.

En el alma de Kazuo se habían abierto grietas profundas, por donde se asomaban las sombras de su pasado y de su presente. Como manos envueltas en tinieblas, intentaban arrastrarlo hacia un abismo de corrupción. ¿Cómo podría resistirse, cuando cada tentación parecía más dulce que la anterior?

El tiempo, aquel juez implacable, decidirá si su milenaria existencia será suficiente para resistir el canto hipnótico de la oscuridad. ¿Podrá Kazuo encontrar en su interior la fuerza para reparar las grietas de su alma, o terminará sucumbiendo, dejando que su luz se apague como una vela enfrentada al huracán?

¿Qué ocurre cuando lo incorruptible es arrastrado hacia la oscuridad? Era como si siglos de intachable virtud se desmoronaran en un suspiro. Como un castillo de cristal, elevado por manos divinas, que sucumbe ante el primer temblor. Así, la vida del zorro había tomado un giro inesperado. Bastaron unos pocos sucesos para hacerle caminar sobre esa fina línea, un frágil hilo que separaba la pureza divina de la sombra de la corrupción que acechaba, siempre paciente. "", murmuraba para sí Kazuo, dejando que aquella idea, seductora y peligrosa como un río envenenado, fluyera por su mente. La venganza susurraba en su oído con la voz del viento; el miedo a la pérdida le envolvía como un frío manto en la noche; el egoísmo se enredaba en sus pensamientos como zarzas espinosas. Y luego estaba el amor… Un sentimiento tan humano, tan vibrante, que desgarraba las fibras de su ser inmortal con su intensidad abrasadora. En el alma de Kazuo se habían abierto grietas profundas, por donde se asomaban las sombras de su pasado y de su presente. Como manos envueltas en tinieblas, intentaban arrastrarlo hacia un abismo de corrupción. ¿Cómo podría resistirse, cuando cada tentación parecía más dulce que la anterior? El tiempo, aquel juez implacable, decidirá si su milenaria existencia será suficiente para resistir el canto hipnótico de la oscuridad. ¿Podrá Kazuo encontrar en su interior la fuerza para reparar las grietas de su alma, o terminará sucumbiendo, dejando que su luz se apague como una vela enfrentada al huracán?
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