- Kafka, había ido de un lugar a otro, buscando nuevos tripulantes excepcionales que pudieran marcar la diferencia en un mundo que necesitaba más que nunca de "héroes". La tarea no era sencilla; cada encuentro parecía desbordar en confrontaciones, una danza de egos y ambiciones que la dejaban exhausta. Sin embargo, su dedicación había hecho que lo extraordinario se convirtiera en su rutina.
Finalmente, después de otra jornada intensa, llegó a su hogar. Al cruzar la puerta, una sensación de alivio la envolvió. Tiro el abrigo sobre la cama, dejando que cayera como un manto sobre sus preocupaciones. Deshacerse de los zapatos fue un ritual que la anclaba a la tierra, al calor familiar de lo cotidiano. Miró a su alrededor: su cuarto estaba patas arriba, una mezcla caótica de papeles, fotos y objetos recolectados en su búsqueda. Pero en ese instante, todo eso carecía de importancia.
Kafka se dejó caer contra el frío colchón, sintiendo cómo el contacto con la tela le brindaba un leve consuelo. Un suave ronroneo escapó de sus labios mientras se acurrucaba como un gato buscando calor. La realidad se fue desdibujando lentamente, y sin darse cuenta, se perdió en un profundo sueño.-
Finalmente, después de otra jornada intensa, llegó a su hogar. Al cruzar la puerta, una sensación de alivio la envolvió. Tiro el abrigo sobre la cama, dejando que cayera como un manto sobre sus preocupaciones. Deshacerse de los zapatos fue un ritual que la anclaba a la tierra, al calor familiar de lo cotidiano. Miró a su alrededor: su cuarto estaba patas arriba, una mezcla caótica de papeles, fotos y objetos recolectados en su búsqueda. Pero en ese instante, todo eso carecía de importancia.
Kafka se dejó caer contra el frío colchón, sintiendo cómo el contacto con la tela le brindaba un leve consuelo. Un suave ronroneo escapó de sus labios mientras se acurrucaba como un gato buscando calor. La realidad se fue desdibujando lentamente, y sin darse cuenta, se perdió en un profundo sueño.-
- Kafka, había ido de un lugar a otro, buscando nuevos tripulantes excepcionales que pudieran marcar la diferencia en un mundo que necesitaba más que nunca de "héroes". La tarea no era sencilla; cada encuentro parecía desbordar en confrontaciones, una danza de egos y ambiciones que la dejaban exhausta. Sin embargo, su dedicación había hecho que lo extraordinario se convirtiera en su rutina.
Finalmente, después de otra jornada intensa, llegó a su hogar. Al cruzar la puerta, una sensación de alivio la envolvió. Tiro el abrigo sobre la cama, dejando que cayera como un manto sobre sus preocupaciones. Deshacerse de los zapatos fue un ritual que la anclaba a la tierra, al calor familiar de lo cotidiano. Miró a su alrededor: su cuarto estaba patas arriba, una mezcla caótica de papeles, fotos y objetos recolectados en su búsqueda. Pero en ese instante, todo eso carecía de importancia.
Kafka se dejó caer contra el frío colchón, sintiendo cómo el contacto con la tela le brindaba un leve consuelo. Un suave ronroneo escapó de sus labios mientras se acurrucaba como un gato buscando calor. La realidad se fue desdibujando lentamente, y sin darse cuenta, se perdió en un profundo sueño.-