Bajo la luz tenue de Mondstadt, Lisa hojeaba un libro antiguo en la biblioteca. Cada página desprendía un aroma a hierbas y magia. Un susurro interrumpió su concentración: el viento, portador de secretos.

Con un movimiento perezoso, levantó la mano, invocando un destello eléctrico que iluminó las sombras.

—¿De nuevo, pequeñas criaturas? —murmuró, viendo a los Hilichurls que rondaban afuera.

Un suave chasquido de dedos y un relámpago espantó a los intrusos sin esfuerzo.

—Tanta energía desperdiciada.

Sonrió, cerrando el libro. El peligro había sido mínimo, pero cualquier excusa para usar su magia siempre era bienvenida.

Bajo la luz tenue de Mondstadt, Lisa hojeaba un libro antiguo en la biblioteca. Cada página desprendía un aroma a hierbas y magia. Un susurro interrumpió su concentración: el viento, portador de secretos. Con un movimiento perezoso, levantó la mano, invocando un destello eléctrico que iluminó las sombras. —¿De nuevo, pequeñas criaturas? —murmuró, viendo a los Hilichurls que rondaban afuera. Un suave chasquido de dedos y un relámpago espantó a los intrusos sin esfuerzo. —Tanta energía desperdiciada. Sonrió, cerrando el libro. El peligro había sido mínimo, pero cualquier excusa para usar su magia siempre era bienvenida.
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