" 𝐑𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐮𝐧𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚𝐫𝐞𝐬 "
En toda su vida, fue tachado de muchas cosas. Algunas realmente malas, otras neutrales o buenas. Y a él, le importaba realmente una mierda.
Un mentiroso a toda palabra, con una personalidad atrayente para las personas. Un manipulador que disfruta de ver caer a las personas en su red de mentiras. Haciéndose pasar por alguien completamente inocente, hasta hacerlos perder la cabeza o ver cómo su propia arrogancia los hacía bajar la guardia.
Podría jugar con los sentimientos y el cerebro, uno realmente no lo sabría, hacerlos creer lo inofensivo que es, encantador como dicen, incluso hasta a veces tonto. Ese era Ryan, el nombre del personaje que creo Alessandro.
No fue cuidadoso y lo sabia, bajo realmente la guardia cuando no debía, eso lo molestaba mucho. No le gustaba los juegos a menos que fueran suyos. Y mucho menos cuando alguien o algo se metía con lo que creía valioso.
Había tan pocas personas dentro de ese círculo, y realmente tendría que ser alguien que valga la pena para estar en su mente.
— Alessandro Carlo Di Conti Carleone — Repitió. — Acuérdate bien quién soy. La próxima que quieran hablar con ella, será a través de mi. Y no vuelvan a mandar a uno de sus grandulones cuando hablo con mi padre.
El rubio extendió una cabeza masculina hacia afuera de las celda, con una sonrisa típica de él. Detrás de él, el cuerpo de un tipo que chorreaba sangre del cuello roto, mal cortado, generando un lago rojo.
Llevaban días "secuestrados" , encerrados en uno de esos calabozos que recordaba haber estado de niño cuando su padre lo entrenaba y le daba una de esas lecciones de "vida" sobre como y dónde cortar cuerpos. Al principio, fue todo confuso pero al escuchar el acento marcado de cada trabajador, supo que estaban en Italia, específicamente en el norte. Los días pasaban, su comida no era más que Pan, sopa y agua. Se encargo personalmente de que su compañera comiera adecuadamente antes de que él probará un bocado. Había una gran diferencia entre el trato que se les daba, trataron de lastimarla y el resultado resultaba mal para aquellos que se atrevían a tocarla.
Todo el momento estaba muy alerta, los días eran monótonos, empezaba aburrirse hasta que solicitaron su presencia por órdenes de su progenitor. Le dió un cuchillo para que ella pudiera protegerse, aprovecho el tiempo para enseñarle en dónde debería de atacar en caso de ser necesario. La iba a mantener con vida, al menos hasta encontrar la forma en que Vanya pudiera escapar.
30 minutos fue el tiempo en que se ausentó, y cuando volvió, un hombre enorme estaba sobre su amiga. Perdió los estribos. Perdió la noción del tiempo en que torturó al hombre hasta poder arrancarle la cabeza y dársela a los guardias con una sonrisa engreída.
Y en un dos por tres, los cambiaron de celda por como quedo la anterior. Aunque tampoco es que planeaba quedarse ahí por mucho tiempo.
— Malditas ratas... Bueno, espero que con eso piensen mejor cuando quieran meterse contigo ¿No lo crees? — Dijo en un tono burlón mientras miraba a su amiga. — Y ya que estamos aquí, me gustaría saber un poco más de ti, ๋ 𝚅𝚊𝚗𝚢𝚊 ๋ . ¿Hay algo que me estés ocultando? — Lo supo desde que llegó, había alguien detrás también de ella. El problema era que, ese tipo, parecía ser alguien quien realmente quería matarla. ¿Qué hizo esa niña para tener enemigos poderosos?
Dejando de lado todo eso, debía comunicarse con su equipo, no solo se enteró de que iban detrás de ellos, sino que buscaban a Kiev también.
Rubí, como extrañaba a esa mujer. Ella ya hubiera hecho un plan y probablemente lo hubiera regañado por ser tan descuidado. Si, ver su cara de molestia le ocacionaba gracia sin dudar.
En toda su vida, fue tachado de muchas cosas. Algunas realmente malas, otras neutrales o buenas. Y a él, le importaba realmente una mierda.
Un mentiroso a toda palabra, con una personalidad atrayente para las personas. Un manipulador que disfruta de ver caer a las personas en su red de mentiras. Haciéndose pasar por alguien completamente inocente, hasta hacerlos perder la cabeza o ver cómo su propia arrogancia los hacía bajar la guardia.
Podría jugar con los sentimientos y el cerebro, uno realmente no lo sabría, hacerlos creer lo inofensivo que es, encantador como dicen, incluso hasta a veces tonto. Ese era Ryan, el nombre del personaje que creo Alessandro.
No fue cuidadoso y lo sabia, bajo realmente la guardia cuando no debía, eso lo molestaba mucho. No le gustaba los juegos a menos que fueran suyos. Y mucho menos cuando alguien o algo se metía con lo que creía valioso.
Había tan pocas personas dentro de ese círculo, y realmente tendría que ser alguien que valga la pena para estar en su mente.
— Alessandro Carlo Di Conti Carleone — Repitió. — Acuérdate bien quién soy. La próxima que quieran hablar con ella, será a través de mi. Y no vuelvan a mandar a uno de sus grandulones cuando hablo con mi padre.
El rubio extendió una cabeza masculina hacia afuera de las celda, con una sonrisa típica de él. Detrás de él, el cuerpo de un tipo que chorreaba sangre del cuello roto, mal cortado, generando un lago rojo.
Llevaban días "secuestrados" , encerrados en uno de esos calabozos que recordaba haber estado de niño cuando su padre lo entrenaba y le daba una de esas lecciones de "vida" sobre como y dónde cortar cuerpos. Al principio, fue todo confuso pero al escuchar el acento marcado de cada trabajador, supo que estaban en Italia, específicamente en el norte. Los días pasaban, su comida no era más que Pan, sopa y agua. Se encargo personalmente de que su compañera comiera adecuadamente antes de que él probará un bocado. Había una gran diferencia entre el trato que se les daba, trataron de lastimarla y el resultado resultaba mal para aquellos que se atrevían a tocarla.
Todo el momento estaba muy alerta, los días eran monótonos, empezaba aburrirse hasta que solicitaron su presencia por órdenes de su progenitor. Le dió un cuchillo para que ella pudiera protegerse, aprovecho el tiempo para enseñarle en dónde debería de atacar en caso de ser necesario. La iba a mantener con vida, al menos hasta encontrar la forma en que Vanya pudiera escapar.
30 minutos fue el tiempo en que se ausentó, y cuando volvió, un hombre enorme estaba sobre su amiga. Perdió los estribos. Perdió la noción del tiempo en que torturó al hombre hasta poder arrancarle la cabeza y dársela a los guardias con una sonrisa engreída.
Y en un dos por tres, los cambiaron de celda por como quedo la anterior. Aunque tampoco es que planeaba quedarse ahí por mucho tiempo.
— Malditas ratas... Bueno, espero que con eso piensen mejor cuando quieran meterse contigo ¿No lo crees? — Dijo en un tono burlón mientras miraba a su amiga. — Y ya que estamos aquí, me gustaría saber un poco más de ti, ๋ 𝚅𝚊𝚗𝚢𝚊 ๋ . ¿Hay algo que me estés ocultando? — Lo supo desde que llegó, había alguien detrás también de ella. El problema era que, ese tipo, parecía ser alguien quien realmente quería matarla. ¿Qué hizo esa niña para tener enemigos poderosos?
Dejando de lado todo eso, debía comunicarse con su equipo, no solo se enteró de que iban detrás de ellos, sino que buscaban a Kiev también.
Rubí, como extrañaba a esa mujer. Ella ya hubiera hecho un plan y probablemente lo hubiera regañado por ser tan descuidado. Si, ver su cara de molestia le ocacionaba gracia sin dudar.
" 𝐑𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐮𝐧𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚𝐫𝐞𝐬 "
En toda su vida, fue tachado de muchas cosas. Algunas realmente malas, otras neutrales o buenas. Y a él, le importaba realmente una mierda.
Un mentiroso a toda palabra, con una personalidad atrayente para las personas. Un manipulador que disfruta de ver caer a las personas en su red de mentiras. Haciéndose pasar por alguien completamente inocente, hasta hacerlos perder la cabeza o ver cómo su propia arrogancia los hacía bajar la guardia.
Podría jugar con los sentimientos y el cerebro, uno realmente no lo sabría, hacerlos creer lo inofensivo que es, encantador como dicen, incluso hasta a veces tonto. Ese era Ryan, el nombre del personaje que creo Alessandro.
No fue cuidadoso y lo sabia, bajo realmente la guardia cuando no debía, eso lo molestaba mucho. No le gustaba los juegos a menos que fueran suyos. Y mucho menos cuando alguien o algo se metía con lo que creía valioso.
Había tan pocas personas dentro de ese círculo, y realmente tendría que ser alguien que valga la pena para estar en su mente.
— Alessandro Carlo Di Conti Carleone — Repitió. — Acuérdate bien quién soy. La próxima que quieran hablar con ella, será a través de mi. Y no vuelvan a mandar a uno de sus grandulones cuando hablo con mi padre.
El rubio extendió una cabeza masculina hacia afuera de las celda, con una sonrisa típica de él. Detrás de él, el cuerpo de un tipo que chorreaba sangre del cuello roto, mal cortado, generando un lago rojo.
Llevaban días "secuestrados" , encerrados en uno de esos calabozos que recordaba haber estado de niño cuando su padre lo entrenaba y le daba una de esas lecciones de "vida" sobre como y dónde cortar cuerpos. Al principio, fue todo confuso pero al escuchar el acento marcado de cada trabajador, supo que estaban en Italia, específicamente en el norte. Los días pasaban, su comida no era más que Pan, sopa y agua. Se encargo personalmente de que su compañera comiera adecuadamente antes de que él probará un bocado. Había una gran diferencia entre el trato que se les daba, trataron de lastimarla y el resultado resultaba mal para aquellos que se atrevían a tocarla.
Todo el momento estaba muy alerta, los días eran monótonos, empezaba aburrirse hasta que solicitaron su presencia por órdenes de su progenitor. Le dió un cuchillo para que ella pudiera protegerse, aprovecho el tiempo para enseñarle en dónde debería de atacar en caso de ser necesario. La iba a mantener con vida, al menos hasta encontrar la forma en que Vanya pudiera escapar.
30 minutos fue el tiempo en que se ausentó, y cuando volvió, un hombre enorme estaba sobre su amiga. Perdió los estribos. Perdió la noción del tiempo en que torturó al hombre hasta poder arrancarle la cabeza y dársela a los guardias con una sonrisa engreída.
Y en un dos por tres, los cambiaron de celda por como quedo la anterior. Aunque tampoco es que planeaba quedarse ahí por mucho tiempo.
— Malditas ratas... Bueno, espero que con eso piensen mejor cuando quieran meterse contigo ¿No lo crees? — Dijo en un tono burlón mientras miraba a su amiga. — Y ya que estamos aquí, me gustaría saber un poco más de ti, [Auroraghoulette12] . ¿Hay algo que me estés ocultando? — Lo supo desde que llegó, había alguien detrás también de ella. El problema era que, ese tipo, parecía ser alguien quien realmente quería matarla. ¿Qué hizo esa niña para tener enemigos poderosos?
Dejando de lado todo eso, debía comunicarse con su equipo, no solo se enteró de que iban detrás de ellos, sino que buscaban a Kiev también.
Rubí, como extrañaba a esa mujer. Ella ya hubiera hecho un plan y probablemente lo hubiera regañado por ser tan descuidado. Si, ver su cara de molestia le ocacionaba gracia sin dudar.