—¿Es Myrrh grande? —susurró el inocente niño, el cual parecía juguetear con los cuernos de ella.

Una sonrisa cruzó el rostro de Zaryna, sus ojos llenos de ternura ante la pregunta.

—Es tan grande, que las montañas y los glaciares se le quedan pequeños…
—¿Es Myrrh grande? —susurró el inocente niño, el cual parecía juguetear con los cuernos de ella. Una sonrisa cruzó el rostro de Zaryna, sus ojos llenos de ternura ante la pregunta. —Es tan grande, que las montañas y los glaciares se le quedan pequeños…
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