Hoy decidí dedicarme a una tarea domestica: organizar el vestidor. Después de todo, alguien como yo debe asegurarse de que su guardarropa esté en orden. Cada prenda limpia, perfumada y perfectamente doblada; si algo caracteriza mi estilo, es la perfección.
Los trajes estaban todos alineados por tonos oscuros, con los más imponentes al frente. Revisé cada uno, pasando las manos por las telas, asegurándome de que no hubiera ni una arruga. Las camisas, todas cuidadosamente planchadas, se apilaban en un estante reservado exclusivamente para ellas.
Por supuesto, mi favorita, la capa de terciopelo negro, ocupaba un lugar de honor. La tomé entre las manos y no pude evitar sonreír. “Tú y yo hemos dejado una gran impresión, ¿verdad?” La coloqué con cuidado en su sitio, lista para ser usada en la próxima ocasión especial.
Los trajes estaban todos alineados por tonos oscuros, con los más imponentes al frente. Revisé cada uno, pasando las manos por las telas, asegurándome de que no hubiera ni una arruga. Las camisas, todas cuidadosamente planchadas, se apilaban en un estante reservado exclusivamente para ellas.
Por supuesto, mi favorita, la capa de terciopelo negro, ocupaba un lugar de honor. La tomé entre las manos y no pude evitar sonreír. “Tú y yo hemos dejado una gran impresión, ¿verdad?” La coloqué con cuidado en su sitio, lista para ser usada en la próxima ocasión especial.
Hoy decidí dedicarme a una tarea domestica: organizar el vestidor. Después de todo, alguien como yo debe asegurarse de que su guardarropa esté en orden. Cada prenda limpia, perfumada y perfectamente doblada; si algo caracteriza mi estilo, es la perfección.
Los trajes estaban todos alineados por tonos oscuros, con los más imponentes al frente. Revisé cada uno, pasando las manos por las telas, asegurándome de que no hubiera ni una arruga. Las camisas, todas cuidadosamente planchadas, se apilaban en un estante reservado exclusivamente para ellas.
Por supuesto, mi favorita, la capa de terciopelo negro, ocupaba un lugar de honor. La tomé entre las manos y no pude evitar sonreír. “Tú y yo hemos dejado una gran impresión, ¿verdad?” La coloqué con cuidado en su sitio, lista para ser usada en la próxima ocasión especial.