— Deja de mirar mis botones —me dijo
—. Vete a los árboles. ¡Sácate de encima todos los excrementos humanos de tu cuerpo y no te enamores tanto de la noche como para perder tu camino!—
Ésa, por supuesto, fue una orden sabia. Cuando vi la luna sobre las piedras, me enamoré tanto de ella que me quedé allí casi una hora.
—. Vete a los árboles. ¡Sácate de encima todos los excrementos humanos de tu cuerpo y no te enamores tanto de la noche como para perder tu camino!—
Ésa, por supuesto, fue una orden sabia. Cuando vi la luna sobre las piedras, me enamoré tanto de ella que me quedé allí casi una hora.
— Deja de mirar mis botones —me dijo
—. Vete a los árboles. ¡Sácate de encima todos los excrementos humanos de tu cuerpo y no te enamores tanto de la noche como para perder tu camino!—
Ésa, por supuesto, fue una orden sabia. Cuando vi la luna sobre las piedras, me enamoré tanto de ella que me quedé allí casi una hora.