El Bardo camina solo entre los árboles, su voz baja y áspera como un secreto arrancado al viento.

𝕭>Los ojos... siempre los ojos. Espían desde los rincones donde la luz no llega, desde el agua que nunca está en calma, desde el aire cargado de susurros.

𝕭>¿Quién los puso ahí? ¿Quién les dio el derecho de mirar?

𝕭>Y los árboles... esos falsos guardianes del silencio. Sus ramas acarician el cielo, pero sus sombras ocultan verdades. Sus raíces no solo buscan sustento; escarban en secretos que no les pertenecen.

𝕭>Miran, escuchan, murmuran entre sí. Hasta el bosque conspira...

𝕭>No, no se puede confiar en los árboles."

El Bardo sigue su camino, pero su mirada no deja de escanear las copas sobre su cabeza.

El Bardo camina solo entre los árboles, su voz baja y áspera como un secreto arrancado al viento. 𝕭>Los ojos... siempre los ojos. Espían desde los rincones donde la luz no llega, desde el agua que nunca está en calma, desde el aire cargado de susurros. 𝕭>¿Quién los puso ahí? ¿Quién les dio el derecho de mirar? 𝕭>Y los árboles... esos falsos guardianes del silencio. Sus ramas acarician el cielo, pero sus sombras ocultan verdades. Sus raíces no solo buscan sustento; escarban en secretos que no les pertenecen. 𝕭>Miran, escuchan, murmuran entre sí. Hasta el bosque conspira... 𝕭>No, no se puede confiar en los árboles." El Bardo sigue su camino, pero su mirada no deja de escanear las copas sobre su cabeza.
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