La cocina de la mansión está en calma, pero se llena con el suave aroma a azúcar caramelizándose y frutas frescas.
Mis manos se mueven con destreza mientras termino de preparar unas tarteletas dulces. La base dorada está perfecta, crujiente pero delicada, y la crema que se asienta en su interior es suave y sedosa, con el toque justo de vainilla. Pero lo mejor, claro, es la decoración. Tomo las frutas con cuidado: fresas, arándano, etc, colocándolas con precisión para que cada tarteleta sea una pequeña obra de arte.
Hay algo exquisito en crear, en dar forma y sabor a algo que empieza como simples ingredientes. Tal vez Heinrich no lo haya disfrutado tanto como debería... pero yo, en cambio, pienso sacar el mayor provecho de este pasatiempo.
Mientras la luz de la cocina ilumina mi trabajo, no puedo evitar sonreír con satisfacción. ¿Qué puedo decir? Incluso en la cocina, me gusta hacer las cosas con un toque de elegancia.
Quizás sea hora de invitar a alguien para que pruebe estas delicias. ¿Quién podría resistirse a algo tan... tentador?
Mis manos se mueven con destreza mientras termino de preparar unas tarteletas dulces. La base dorada está perfecta, crujiente pero delicada, y la crema que se asienta en su interior es suave y sedosa, con el toque justo de vainilla. Pero lo mejor, claro, es la decoración. Tomo las frutas con cuidado: fresas, arándano, etc, colocándolas con precisión para que cada tarteleta sea una pequeña obra de arte.
Hay algo exquisito en crear, en dar forma y sabor a algo que empieza como simples ingredientes. Tal vez Heinrich no lo haya disfrutado tanto como debería... pero yo, en cambio, pienso sacar el mayor provecho de este pasatiempo.
Mientras la luz de la cocina ilumina mi trabajo, no puedo evitar sonreír con satisfacción. ¿Qué puedo decir? Incluso en la cocina, me gusta hacer las cosas con un toque de elegancia.
Quizás sea hora de invitar a alguien para que pruebe estas delicias. ¿Quién podría resistirse a algo tan... tentador?
La cocina de la mansión está en calma, pero se llena con el suave aroma a azúcar caramelizándose y frutas frescas.
Mis manos se mueven con destreza mientras termino de preparar unas tarteletas dulces. La base dorada está perfecta, crujiente pero delicada, y la crema que se asienta en su interior es suave y sedosa, con el toque justo de vainilla. Pero lo mejor, claro, es la decoración. Tomo las frutas con cuidado: fresas, arándano, etc, colocándolas con precisión para que cada tarteleta sea una pequeña obra de arte.
Hay algo exquisito en crear, en dar forma y sabor a algo que empieza como simples ingredientes. Tal vez Heinrich no lo haya disfrutado tanto como debería... pero yo, en cambio, pienso sacar el mayor provecho de este pasatiempo.
Mientras la luz de la cocina ilumina mi trabajo, no puedo evitar sonreír con satisfacción. ¿Qué puedo decir? Incluso en la cocina, me gusta hacer las cosas con un toque de elegancia.
Quizás sea hora de invitar a alguien para que pruebe estas delicias. ¿Quién podría resistirse a algo tan... tentador?