La cena con la Interesante dama
La noche estaba en su apogeo, y la mansión se encontraba impecable, bañada en la suave luz de los candelabros que colgaban del techo. Todo estaba listo. Después de días de planificación y la espera de una confirmación, había llegado el momento.
Esta vez, la invitación no había sido enviada por Heinrich, sino por mí. Aunque he pasado años viendo a sus conocidos desde la distancia, ahora era mi turno de acercarme, de conocer a aquellos que alguna vez compartieron momentos con él, pero desde mi propia perspectiva.
La invitada de esta noche era Rubi Ketchlant una de las pocas personas que habían asistido a un banquete que se había hecho hace tiempo. No voy a mentir: mi curiosidad estaba al límite. Hasta ahora, solo la había observado a través de los recuerdos de Heinrich, pero quería verla en persona, sin las barreras de su mente.
Había preparado una cena exquisita, platos que incluso Heinrich habría considerado dignos de una ocasión especial. El aroma de las especias y el vino llenaba el aire, invitando a quien cruzara la puerta a dejarse llevar por la atmósfera que había creado.
Me ajusté la capa de terciopelo negro sobre los hombros y eché un último vistazo al salón. Todo estaba en su lugar: la mesa decorada con buen gusto, el fuego crepitando en la chimenea, y una botella de vino añejo respirando en el centro.
Ahora, solo restaba esperar Una sonrisa de anticipación se dibujó en mis labios. Estaba más que dispuesto a descubrir si ella era tan interesante como Heinrich la recordaba.
-Que empiece la velada...-
Esta vez, la invitación no había sido enviada por Heinrich, sino por mí. Aunque he pasado años viendo a sus conocidos desde la distancia, ahora era mi turno de acercarme, de conocer a aquellos que alguna vez compartieron momentos con él, pero desde mi propia perspectiva.
La invitada de esta noche era Rubi Ketchlant una de las pocas personas que habían asistido a un banquete que se había hecho hace tiempo. No voy a mentir: mi curiosidad estaba al límite. Hasta ahora, solo la había observado a través de los recuerdos de Heinrich, pero quería verla en persona, sin las barreras de su mente.
Había preparado una cena exquisita, platos que incluso Heinrich habría considerado dignos de una ocasión especial. El aroma de las especias y el vino llenaba el aire, invitando a quien cruzara la puerta a dejarse llevar por la atmósfera que había creado.
Me ajusté la capa de terciopelo negro sobre los hombros y eché un último vistazo al salón. Todo estaba en su lugar: la mesa decorada con buen gusto, el fuego crepitando en la chimenea, y una botella de vino añejo respirando en el centro.
Ahora, solo restaba esperar Una sonrisa de anticipación se dibujó en mis labios. Estaba más que dispuesto a descubrir si ella era tan interesante como Heinrich la recordaba.
-Que empiece la velada...-
La noche estaba en su apogeo, y la mansión se encontraba impecable, bañada en la suave luz de los candelabros que colgaban del techo. Todo estaba listo. Después de días de planificación y la espera de una confirmación, había llegado el momento.
Esta vez, la invitación no había sido enviada por Heinrich, sino por mí. Aunque he pasado años viendo a sus conocidos desde la distancia, ahora era mi turno de acercarme, de conocer a aquellos que alguna vez compartieron momentos con él, pero desde mi propia perspectiva.
La invitada de esta noche era [Rub_i26] una de las pocas personas que habían asistido a un banquete que se había hecho hace tiempo. No voy a mentir: mi curiosidad estaba al límite. Hasta ahora, solo la había observado a través de los recuerdos de Heinrich, pero quería verla en persona, sin las barreras de su mente.
Había preparado una cena exquisita, platos que incluso Heinrich habría considerado dignos de una ocasión especial. El aroma de las especias y el vino llenaba el aire, invitando a quien cruzara la puerta a dejarse llevar por la atmósfera que había creado.
Me ajusté la capa de terciopelo negro sobre los hombros y eché un último vistazo al salón. Todo estaba en su lugar: la mesa decorada con buen gusto, el fuego crepitando en la chimenea, y una botella de vino añejo respirando en el centro.
Ahora, solo restaba esperar Una sonrisa de anticipación se dibujó en mis labios. Estaba más que dispuesto a descubrir si ella era tan interesante como Heinrich la recordaba.
-Que empiece la velada...-
Tipo
Individual
Líneas
10
Estado
Disponible