El viento aulló a través de las columnas de piedra desmoronadas, levantando polvo y fragmentos de un pasado ya olvidado. La elfa oscura permaneció inmóvil, sus misteriosos ojos explorando las ruinas cubiertas de maleza. Se había sentido atraída hacia ese lugar, como por una fuerza invisible. El aire estaba cargado por el peso de los recuerdos y, sin embargo, permanecían fuera de su alcance.
Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido.
A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro.
Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo.
¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado?
No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.
Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido.
A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro.
Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo.
¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado?
No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.
El viento aulló a través de las columnas de piedra desmoronadas, levantando polvo y fragmentos de un pasado ya olvidado. La elfa oscura permaneció inmóvil, sus misteriosos ojos explorando las ruinas cubiertas de maleza. Se había sentido atraída hacia ese lugar, como por una fuerza invisible. El aire estaba cargado por el peso de los recuerdos y, sin embargo, permanecían fuera de su alcance.
Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido.
A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro.
Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo.
¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado?
No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.