No sabía en qué momento había recaído, pero su cuerpo se sentía en el espacio. Sus ojos rojos, causa de la hierba que había empezado a consumir disociaban de la realidad. Su estómago estaba revuelto, apretaba, sentía un encerrón dentro de él que lo consumía lentamente. Era esa sensación de nuevo. Corrió hacia el baño como pudo, cayendo dos o tres veces hasta quedar cerca del váter. Acercó la cabeza hacia el cubículo; sus dedos se adentraron a su boca, yendo a su garganta para provocar las arcadas.
Vomitó, vomitó todo lo que había comido en ese día. Estuvo un buen rato en aquella posición, cerrando los ojos, cansado, perdido. Cuando el vómito se acabó, se encargó de ordenar todo, dejándolo limpio y con buen olor, como le gustaba.
Volvió a recostarse en la cama. Se sentía exhausto, comenzando a cerrar sus párpados, dispuesto a descansar.
Vomitó, vomitó todo lo que había comido en ese día. Estuvo un buen rato en aquella posición, cerrando los ojos, cansado, perdido. Cuando el vómito se acabó, se encargó de ordenar todo, dejándolo limpio y con buen olor, como le gustaba.
Volvió a recostarse en la cama. Se sentía exhausto, comenzando a cerrar sus párpados, dispuesto a descansar.
No sabía en qué momento había recaído, pero su cuerpo se sentía en el espacio. Sus ojos rojos, causa de la hierba que había empezado a consumir disociaban de la realidad. Su estómago estaba revuelto, apretaba, sentía un encerrón dentro de él que lo consumía lentamente. Era esa sensación de nuevo. Corrió hacia el baño como pudo, cayendo dos o tres veces hasta quedar cerca del váter. Acercó la cabeza hacia el cubículo; sus dedos se adentraron a su boca, yendo a su garganta para provocar las arcadas.
Vomitó, vomitó todo lo que había comido en ese día. Estuvo un buen rato en aquella posición, cerrando los ojos, cansado, perdido. Cuando el vómito se acabó, se encargó de ordenar todo, dejándolo limpio y con buen olor, como le gustaba.
Volvió a recostarse en la cama. Se sentía exhausto, comenzando a cerrar sus párpados, dispuesto a descansar.