Estoy agotado. Abatido.
Los problemas sentimentales me han desgarrado: las dudas, los remordimientos, los deseos no correspondidos… todo se mezcla en un torbellino que ya no puedo controlar. Siento que estoy al borde del colapso.

—¡No aguanto más! Voy a morir... —grité, sintiendo como si mi alma se estuviera desmoronando. Mi mente estaba tan abrumada que pensé que simplemente no podía seguir.

Fue en ese momento, cuando sentí que todo se desmoronaba, cuando la desesperación se apoderó por completo de mí, que mi cuerpo de repente se congeló. Los músculos dejaron de responder y mis piernas cedieron. Mis ojos se volvieron completamente negros. Un vacío total.

Me encontré en una especie de niebla oscura. Frente a mí, la figura que había temido y rechazado durante tanto tiempo se materializó. Nuestros ojos se cruzaron, y lo que vi no fue odio ni rabia, sino algo que no había esperado: determinación.

"No vas a morir, no mientras yo pueda evitarlo"
dijo con una calma que contrastaba con la tormenta dentro de mí. Posó sus manos en mis hombros y, de repente, todo en mi mente se calmó. La neblina que me rodeaba se disipó.

Cerré los ojos, sintiendo cómo me permitía descansar, aunque fuera solo por un momento.

Las últimas palabras que escuché antes de dejarme llevar fueron:

"Descansa... Ya has soportado suficiente. Déjalo en mis manos."
Estoy agotado. Abatido. Los problemas sentimentales me han desgarrado: las dudas, los remordimientos, los deseos no correspondidos… todo se mezcla en un torbellino que ya no puedo controlar. Siento que estoy al borde del colapso. —¡No aguanto más! Voy a morir... —grité, sintiendo como si mi alma se estuviera desmoronando. Mi mente estaba tan abrumada que pensé que simplemente no podía seguir. Fue en ese momento, cuando sentí que todo se desmoronaba, cuando la desesperación se apoderó por completo de mí, que mi cuerpo de repente se congeló. Los músculos dejaron de responder y mis piernas cedieron. Mis ojos se volvieron completamente negros. Un vacío total. Me encontré en una especie de niebla oscura. Frente a mí, la figura que había temido y rechazado durante tanto tiempo se materializó. Nuestros ojos se cruzaron, y lo que vi no fue odio ni rabia, sino algo que no había esperado: determinación. "No vas a morir, no mientras yo pueda evitarlo" dijo con una calma que contrastaba con la tormenta dentro de mí. Posó sus manos en mis hombros y, de repente, todo en mi mente se calmó. La neblina que me rodeaba se disipó. Cerré los ojos, sintiendo cómo me permitía descansar, aunque fuera solo por un momento. Las últimas palabras que escuché antes de dejarme llevar fueron: "Descansa... Ya has soportado suficiente. Déjalo en mis manos."
Me gusta
3
0 turnos 0 maullidos 652 vistas
Patrocinados
Patrocinados