La sensación de arrepentimiento en su mente era palpable. A veces, hubiera deseado no ver a su maestro como lo que todos pensaban que era: un arma. Su mentor siempre fue considerado un arma por todos, y él no era la excepción. Admiraba esa capacidad de sonreír de Satoru; estando tan partido por dentro por fuera se veía genial. Sabía que, era tarde para arrepentirse. Había llegado al final, todo era el final, y la muerte de Gojo fue un golpe al corazón, un golpe que despertó todos sus sentidos.
Ser el alumno del hechicero más fuerte de todos los tiempos, fue algo que no valoró lo suficiente. No fue capaz de ver los sentimientos de aquel joven de no más de 30 años, con una vida por delante, pero retenida por los demás.
—Tú merecías ser libre, sin embargo… te atamos a nosotros hasta tu muerte. E incluso luego de tu muerte, seguiste luchando, nos protegiste.
Hablaba solo, aunque sentía que el espíritu de su maestro hechicero estaba por ahí, tal vez reposando su mano sobre su cabeza o simplemente siendo él; igual de perezoso y vago que siempre.
—En otra vida, hubiera sido diferente, ¿no crees?
Ser el alumno del hechicero más fuerte de todos los tiempos, fue algo que no valoró lo suficiente. No fue capaz de ver los sentimientos de aquel joven de no más de 30 años, con una vida por delante, pero retenida por los demás.
—Tú merecías ser libre, sin embargo… te atamos a nosotros hasta tu muerte. E incluso luego de tu muerte, seguiste luchando, nos protegiste.
Hablaba solo, aunque sentía que el espíritu de su maestro hechicero estaba por ahí, tal vez reposando su mano sobre su cabeza o simplemente siendo él; igual de perezoso y vago que siempre.
—En otra vida, hubiera sido diferente, ¿no crees?
La sensación de arrepentimiento en su mente era palpable. A veces, hubiera deseado no ver a su maestro como lo que todos pensaban que era: un arma. Su mentor siempre fue considerado un arma por todos, y él no era la excepción. Admiraba esa capacidad de sonreír de Satoru; estando tan partido por dentro por fuera se veía genial. Sabía que, era tarde para arrepentirse. Había llegado al final, todo era el final, y la muerte de Gojo fue un golpe al corazón, un golpe que despertó todos sus sentidos.
Ser el alumno del hechicero más fuerte de todos los tiempos, fue algo que no valoró lo suficiente. No fue capaz de ver los sentimientos de aquel joven de no más de 30 años, con una vida por delante, pero retenida por los demás.
—Tú merecías ser libre, sin embargo… te atamos a nosotros hasta tu muerte. E incluso luego de tu muerte, seguiste luchando, nos protegiste.
Hablaba solo, aunque sentía que el espíritu de su maestro hechicero estaba por ahí, tal vez reposando su mano sobre su cabeza o simplemente siendo él; igual de perezoso y vago que siempre.
—En otra vida, hubiera sido diferente, ¿no crees?