Hogar
—No llevaba mucho en aquella dimensión. Tampoco había sido capaz de recordar nada. Sus lagunas mentales seguían ahí ¿Como llegó?¿Por que lo hizo herido?¿Si no fue Lilith la madre de sus hijos, quién? Por que estaba claro qué se ella si recordaba todo, incluso como la dejó y eso fue antes de ser padre, mucho antes. Lo qué significaba qué hubo “alguien” después. Alguien a quien no recordaba.
Pero… cada vez qué trataba de rememorar le atacaba una horrible jaqueca y esa vez, no fue la excepción.
Al ver qué sufría, una de las brujas del aquelarre al qué había asistido para distraerse le entregó un brebaje y le pidió qué se uniera de nuevo a la celebración. Adán lo tomó con total confianza, sabedor de lo mucho qué aquellas mujeres le amaban y respetaban.
Pues él fue quien le mostró el arte de la brujería a las mujeres qué deseaban ser libres. Volvió a la fiesta, y antes de unirse las observó danzar con fuego las escuchaba cantar y las veía dejarse fluir por el momento, siendo completamente libres, siendo ellas mismas y pensó qué no había nada más bello qué romper las cadenas de la opresión y atreverte a ser tu mismo. Sus pensamientos fueron ahora llevados al cielo, a su pasado y en como hacía milenios qué no pisaba su propia dimensión y mucho más qué no hablaba con su padre. EL PADRE en mayúsculas, pues al ser el primer humano, fue obra directa de Dios.
Y entonces lo sintió. Como una corriente eléctrica lo recorrió en un gélido escalofrío, y de repente como era abrumado por un fuego interior qué lo invadía, casi queriéndole quemas las entrañas. Las plumas de sus alas se erizaron por completo y su dorado se tornó más puro e intenso. Señal de qué su cuerpo estaba trabajando duro, produciendo y distribuyendo mucho más poder celestial del qué había generado jamás, por lo qué si necesidad de irradiarlo se tornó más intensa. Tanto qué al mirar una de sus alas ya no solo era el color y el brillo, si no qué las exhalaciones de magia, ahora creaban alrededor de sus plumas un efecto visual semejante a una tormenta solar a pequeña escala.
Miró al cielo.
—Padre…—susurró, y sin decir nada tomó impulso, volando hacia arriba tan rápido qué dejó tras de si una estela dorada. Llegando al cielo y a hurtadillas se coló solo para ver que si bien las almas humanas seguían haciendo su vida como si nada, los arcángeles y Dios había desaparecido. Llevándose una mano a la cabeza lo entendió y se nuevo, huyó del cielo. Solo qué esta vez para detenerse a contemplar el mundo de los vivos.
—Estoy en casa…—susurró con un nudo en la garganta. A fin de cuentas, una parte del poder del creador fue también a él, ya qué si bien Lucifer fue su primera obra, Adán fue el más amado por Dios. Y si había recibido la ‘herencia”, solo podía significar qué ese era el Adán de esa dimensión—.Nadie puede saberlo. —decidió apretando los puños y trató de ocultar su energía a un nivel más normal. A fin de cuentas… si alguien descubría qué era el “Adán” original tratarían de volverlo a apresar—
Pero… cada vez qué trataba de rememorar le atacaba una horrible jaqueca y esa vez, no fue la excepción.
Al ver qué sufría, una de las brujas del aquelarre al qué había asistido para distraerse le entregó un brebaje y le pidió qué se uniera de nuevo a la celebración. Adán lo tomó con total confianza, sabedor de lo mucho qué aquellas mujeres le amaban y respetaban.
Pues él fue quien le mostró el arte de la brujería a las mujeres qué deseaban ser libres. Volvió a la fiesta, y antes de unirse las observó danzar con fuego las escuchaba cantar y las veía dejarse fluir por el momento, siendo completamente libres, siendo ellas mismas y pensó qué no había nada más bello qué romper las cadenas de la opresión y atreverte a ser tu mismo. Sus pensamientos fueron ahora llevados al cielo, a su pasado y en como hacía milenios qué no pisaba su propia dimensión y mucho más qué no hablaba con su padre. EL PADRE en mayúsculas, pues al ser el primer humano, fue obra directa de Dios.
Y entonces lo sintió. Como una corriente eléctrica lo recorrió en un gélido escalofrío, y de repente como era abrumado por un fuego interior qué lo invadía, casi queriéndole quemas las entrañas. Las plumas de sus alas se erizaron por completo y su dorado se tornó más puro e intenso. Señal de qué su cuerpo estaba trabajando duro, produciendo y distribuyendo mucho más poder celestial del qué había generado jamás, por lo qué si necesidad de irradiarlo se tornó más intensa. Tanto qué al mirar una de sus alas ya no solo era el color y el brillo, si no qué las exhalaciones de magia, ahora creaban alrededor de sus plumas un efecto visual semejante a una tormenta solar a pequeña escala.
Miró al cielo.
—Padre…—susurró, y sin decir nada tomó impulso, volando hacia arriba tan rápido qué dejó tras de si una estela dorada. Llegando al cielo y a hurtadillas se coló solo para ver que si bien las almas humanas seguían haciendo su vida como si nada, los arcángeles y Dios había desaparecido. Llevándose una mano a la cabeza lo entendió y se nuevo, huyó del cielo. Solo qué esta vez para detenerse a contemplar el mundo de los vivos.
—Estoy en casa…—susurró con un nudo en la garganta. A fin de cuentas, una parte del poder del creador fue también a él, ya qué si bien Lucifer fue su primera obra, Adán fue el más amado por Dios. Y si había recibido la ‘herencia”, solo podía significar qué ese era el Adán de esa dimensión—.Nadie puede saberlo. —decidió apretando los puños y trató de ocultar su energía a un nivel más normal. A fin de cuentas… si alguien descubría qué era el “Adán” original tratarían de volverlo a apresar—
—No llevaba mucho en aquella dimensión. Tampoco había sido capaz de recordar nada. Sus lagunas mentales seguían ahí ¿Como llegó?¿Por que lo hizo herido?¿Si no fue Lilith la madre de sus hijos, quién? Por que estaba claro qué se ella si recordaba todo, incluso como la dejó y eso fue antes de ser padre, mucho antes. Lo qué significaba qué hubo “alguien” después. Alguien a quien no recordaba.
Pero… cada vez qué trataba de rememorar le atacaba una horrible jaqueca y esa vez, no fue la excepción.
Al ver qué sufría, una de las brujas del aquelarre al qué había asistido para distraerse le entregó un brebaje y le pidió qué se uniera de nuevo a la celebración. Adán lo tomó con total confianza, sabedor de lo mucho qué aquellas mujeres le amaban y respetaban.
Pues él fue quien le mostró el arte de la brujería a las mujeres qué deseaban ser libres. Volvió a la fiesta, y antes de unirse las observó danzar con fuego las escuchaba cantar y las veía dejarse fluir por el momento, siendo completamente libres, siendo ellas mismas y pensó qué no había nada más bello qué romper las cadenas de la opresión y atreverte a ser tu mismo. Sus pensamientos fueron ahora llevados al cielo, a su pasado y en como hacía milenios qué no pisaba su propia dimensión y mucho más qué no hablaba con su padre. EL PADRE en mayúsculas, pues al ser el primer humano, fue obra directa de Dios.
Y entonces lo sintió. Como una corriente eléctrica lo recorrió en un gélido escalofrío, y de repente como era abrumado por un fuego interior qué lo invadía, casi queriéndole quemas las entrañas. Las plumas de sus alas se erizaron por completo y su dorado se tornó más puro e intenso. Señal de qué su cuerpo estaba trabajando duro, produciendo y distribuyendo mucho más poder celestial del qué había generado jamás, por lo qué si necesidad de irradiarlo se tornó más intensa. Tanto qué al mirar una de sus alas ya no solo era el color y el brillo, si no qué las exhalaciones de magia, ahora creaban alrededor de sus plumas un efecto visual semejante a una tormenta solar a pequeña escala.
Miró al cielo.
—Padre…—susurró, y sin decir nada tomó impulso, volando hacia arriba tan rápido qué dejó tras de si una estela dorada. Llegando al cielo y a hurtadillas se coló solo para ver que si bien las almas humanas seguían haciendo su vida como si nada, los arcángeles y Dios había desaparecido. Llevándose una mano a la cabeza lo entendió y se nuevo, huyó del cielo. Solo qué esta vez para detenerse a contemplar el mundo de los vivos.
—Estoy en casa…—susurró con un nudo en la garganta. A fin de cuentas, una parte del poder del creador fue también a él, ya qué si bien Lucifer fue su primera obra, Adán fue el más amado por Dios. Y si había recibido la ‘herencia”, solo podía significar qué ese era el Adán de esa dimensión—.Nadie puede saberlo. —decidió apretando los puños y trató de ocultar su energía a un nivel más normal. A fin de cuentas… si alguien descubría qué era el “Adán” original tratarían de volverlo a apresar—
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