饾摛饾摲 饾摦饾摽饾摦饾摲饾摻饾摳 饾摥饾摦饾摰 饾摙饾摳饾摰饾摷饾摻饾摬饾摤饾摬饾摳 饾摥饾摦 饾摓饾摻饾摳ñ饾摳.
En cuanto el Ilyrio entreo por las puertas del comercio, el sastre, quien estaba dando los últimos retoques a un hermoso vestido, se quedó de piedra. Este por largos segundos se queda tan callado y tan quieto que pareciera que se había quedado sin aíre en los pulmones. Finalmente este reaccionó.
- Bu....buenas tardes señor Azriel. Un honor tenerle en mi humilde tienda.-
Azriel asentía suavemente con la cabeza, de esa forma tranquila y pétrea que tanto le caracterizaba.
Si bien el Cantor de Sombras había pensado en ir al Solsticio con su habitual ropa de cuero. Pero últimamente habían pasado muchas cosas, demasiada... Sentía que esa noche también podía estar llena de cambios. Por lo que decidió ir al sastre para buscar algo apropiado para la ocasión.
- Buenas tardes. Siento venir con tan poco tiempo. Pero...¿Podría ayudarme a elegir un buen atuendo para este Solsticio?- Decía este no muy convencido de sus palabras.
El sastre abría sus ojos como platos. No esperaba que el famoso y temido Cantor de Sombras estuviese interesado en ese tipo de cosas. Pero aún así este asiente con seguridad y firmeza, aceptando aquel reto.
- Por supuesto. Déjelo en mis manos. Confíe en mi, no se va a arrepentir.- Decía este con un porte profesional.
El sastre y Azriel se sientan en una mesa, y mientras toman un té, este se encarga de hacer varios bocetos sobre lo que tenía en mente para el Ilyrio. Wau... Desde luego no esperaba que le propusiera ese tipo de diseños. Pero aquel hombre se le veía seguro y convencido de su idea.
- Confíe en mi. Estoy seguro de que esto le representa de una forma sublime. Ejem... Ese cuerpo merece ser lucido mi señor..- Dice esto intentando disimular su atrevimiento tomando un sorbito de té.
Azriel, enarca sus cejas, pero una leve sonrisa se dibuja en sus labios. Este asiente de forma tranquila, conforme con la decisión del sastre.
- Me pongo en sus manos. Usted es el profesional aquí. Así que me dejó hacer. - Decía Azriel con divertida coqueteria dando su visto bueno. Aquello relajó el ambiente de inmediato.
Aquellas prendas revelaban muchas cosas; Revelaban su oscuridad, su silencio, su calma, incluso su debilidad. Era un diseño exquisito a pesar de la sobriedad de su color. Desde luego, aunque pretendía pasar desapercibido como un cuervo en la penumbra, esto desde luego quedaba lejos de no suceder.
En cuanto el Ilyrio entreo por las puertas del comercio, el sastre, quien estaba dando los últimos retoques a un hermoso vestido, se quedó de piedra. Este por largos segundos se queda tan callado y tan quieto que pareciera que se había quedado sin aíre en los pulmones. Finalmente este reaccionó.
- Bu....buenas tardes señor Azriel. Un honor tenerle en mi humilde tienda.-
Azriel asentía suavemente con la cabeza, de esa forma tranquila y pétrea que tanto le caracterizaba.
Si bien el Cantor de Sombras había pensado en ir al Solsticio con su habitual ropa de cuero. Pero últimamente habían pasado muchas cosas, demasiada... Sentía que esa noche también podía estar llena de cambios. Por lo que decidió ir al sastre para buscar algo apropiado para la ocasión.
- Buenas tardes. Siento venir con tan poco tiempo. Pero...¿Podría ayudarme a elegir un buen atuendo para este Solsticio?- Decía este no muy convencido de sus palabras.
El sastre abría sus ojos como platos. No esperaba que el famoso y temido Cantor de Sombras estuviese interesado en ese tipo de cosas. Pero aún así este asiente con seguridad y firmeza, aceptando aquel reto.
- Por supuesto. Déjelo en mis manos. Confíe en mi, no se va a arrepentir.- Decía este con un porte profesional.
El sastre y Azriel se sientan en una mesa, y mientras toman un té, este se encarga de hacer varios bocetos sobre lo que tenía en mente para el Ilyrio. Wau... Desde luego no esperaba que le propusiera ese tipo de diseños. Pero aquel hombre se le veía seguro y convencido de su idea.
- Confíe en mi. Estoy seguro de que esto le representa de una forma sublime. Ejem... Ese cuerpo merece ser lucido mi señor..- Dice esto intentando disimular su atrevimiento tomando un sorbito de té.
Azriel, enarca sus cejas, pero una leve sonrisa se dibuja en sus labios. Este asiente de forma tranquila, conforme con la decisión del sastre.
- Me pongo en sus manos. Usted es el profesional aquí. Así que me dejó hacer. - Decía Azriel con divertida coqueteria dando su visto bueno. Aquello relajó el ambiente de inmediato.
Aquellas prendas revelaban muchas cosas; Revelaban su oscuridad, su silencio, su calma, incluso su debilidad. Era un diseño exquisito a pesar de la sobriedad de su color. Desde luego, aunque pretendía pasar desapercibido como un cuervo en la penumbra, esto desde luego quedaba lejos de no suceder.
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- Bu....buenas tardes señor Azriel. Un honor tenerle en mi humilde tienda.-
Azriel asentía suavemente con la cabeza, de esa forma tranquila y pétrea que tanto le caracterizaba.
Si bien el Cantor de Sombras había pensado en ir al Solsticio con su habitual ropa de cuero. Pero últimamente habían pasado muchas cosas, demasiada... Sentía que esa noche también podía estar llena de cambios. Por lo que decidió ir al sastre para buscar algo apropiado para la ocasión.
- Buenas tardes. Siento venir con tan poco tiempo. Pero...¿Podría ayudarme a elegir un buen atuendo para este Solsticio?- Decía este no muy convencido de sus palabras.
El sastre abría sus ojos como platos. No esperaba que el famoso y temido Cantor de Sombras estuviese interesado en ese tipo de cosas. Pero aún así este asiente con seguridad y firmeza, aceptando aquel reto.
- Por supuesto. Déjelo en mis manos. Confíe en mi, no se va a arrepentir.- Decía este con un porte profesional.
El sastre y Azriel se sientan en una mesa, y mientras toman un té, este se encarga de hacer varios bocetos sobre lo que tenía en mente para el Ilyrio. Wau... Desde luego no esperaba que le propusiera ese tipo de diseños. Pero aquel hombre se le veía seguro y convencido de su idea.
- Confíe en mi. Estoy seguro de que esto le representa de una forma sublime. Ejem... Ese cuerpo merece ser lucido mi señor..- Dice esto intentando disimular su atrevimiento tomando un sorbito de té.
Azriel, enarca sus cejas, pero una leve sonrisa se dibuja en sus labios. Este asiente de forma tranquila, conforme con la decisión del sastre.
- Me pongo en sus manos. Usted es el profesional aquí. Así que me dejó hacer. - Decía Azriel con divertida coqueteria dando su visto bueno. Aquello relajó el ambiente de inmediato.
Aquellas prendas revelaban muchas cosas; Revelaban su oscuridad, su silencio, su calma, incluso su debilidad. Era un diseño exquisito a pesar de la sobriedad de su color. Desde luego, aunque pretendía pasar desapercibido como un cuervo en la penumbra, esto desde luego quedaba lejos de no suceder.