Las lluvias en otoño suelen ser raras, pero tiene algo de encanto sentir el correr de las gotas frías de agua recorrer mi nuca

Me hace recordar épocas más simples, tiempos de abtaño cuando vivía en mi ciudad natal donde llovía la mayor parte del año.

Pese a que ya han pasado varios siglos desde aquél entonces, aun recuerdo como si fuera ayer el recorrer las frías calles del pueblo en medio de una llovizba, aferrandosé a cualquier techo u árbol para no mojarse por completo, unicamente iluminado por las lámparas de queroseno que luchaban contra la lluvia por mantenerse activas.

Pero claro, no es el agua lo que me mantiene nostálgico, si no el calor de la chimena que reconfortaba hasta los huesos, cada vez que llegabas de visitia a la casa de algún amigo o familiar, inclusive en la de un extraño jamás se te rechazaba ese hogareño calor.

Son tiempos que jamás volverán.
Las lluvias en otoño suelen ser raras, pero tiene algo de encanto sentir el correr de las gotas frías de agua recorrer mi nuca Me hace recordar épocas más simples, tiempos de abtaño cuando vivía en mi ciudad natal donde llovía la mayor parte del año. Pese a que ya han pasado varios siglos desde aquél entonces, aun recuerdo como si fuera ayer el recorrer las frías calles del pueblo en medio de una llovizba, aferrandosé a cualquier techo u árbol para no mojarse por completo, unicamente iluminado por las lámparas de queroseno que luchaban contra la lluvia por mantenerse activas. Pero claro, no es el agua lo que me mantiene nostálgico, si no el calor de la chimena que reconfortaba hasta los huesos, cada vez que llegabas de visitia a la casa de algún amigo o familiar, inclusive en la de un extraño jamás se te rechazaba ese hogareño calor. Son tiempos que jamás volverán.
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