Desde luego el Yōkai vivía en un lugar privilegiado, o al menos así lo creía él. Apenas a unos minutos siguiendo un sendero tras su templo tenía unas termas naturales. Este había construido con sus propias manos lo necesario para que fueran cómodas de usar para él y los viajeros de paso.
Después de un largo día rastreando y dando caza al Ōmukade, solo le apetecía descansar. Antes incluso de prepararse algo para cenar decidió ir directamente a las termas. Su olfato era muy sensible, necesitaba quitarse ese olor a podredumbre que el demonio escalopendra desprendía. Sentía que este olor se le había quedado adherido a la piel.
Fué ahí cuando notó sobre sus hombros todo el cansancio del día, dejando escapar un pesado suspiro, luchando por no quedarse dormido allí mismo.
Después de un largo día rastreando y dando caza al Ōmukade, solo le apetecía descansar. Antes incluso de prepararse algo para cenar decidió ir directamente a las termas. Su olfato era muy sensible, necesitaba quitarse ese olor a podredumbre que el demonio escalopendra desprendía. Sentía que este olor se le había quedado adherido a la piel.
Fué ahí cuando notó sobre sus hombros todo el cansancio del día, dejando escapar un pesado suspiro, luchando por no quedarse dormido allí mismo.
Desde luego el Yōkai vivía en un lugar privilegiado, o al menos así lo creía él. Apenas a unos minutos siguiendo un sendero tras su templo tenía unas termas naturales. Este había construido con sus propias manos lo necesario para que fueran cómodas de usar para él y los viajeros de paso.
Después de un largo día rastreando y dando caza al Ōmukade, solo le apetecía descansar. Antes incluso de prepararse algo para cenar decidió ir directamente a las termas. Su olfato era muy sensible, necesitaba quitarse ese olor a podredumbre que el demonio escalopendra desprendía. Sentía que este olor se le había quedado adherido a la piel.
Fué ahí cuando notó sobre sus hombros todo el cansancio del día, dejando escapar un pesado suspiro, luchando por no quedarse dormido allí mismo.