Bordear el bosque tras la lluvia siempre le reconforta el espíritu. Tras una noche tormentosa y un mal dormir en un bar, los recuerdos de las personas que va conociendo se quedan en su psiquis, les dedica una sonrisa cuando sobrevuelan frente a él, como eventuales gotas de rocío.
El agua escurre y el Sol amanece, es momento de ver el dorado en todo el paisaje, que durará 15 minutos hasta que la luz mute a su esplendor.
No tiene miedo de recorrer la carretera a pie. Después de haber conocido a las criaturas mas variopintas, tiene fe en que se cruzará a la persona que deba conocer en el camino y, caso contrario, su destino tal vez sea seguir ese camino asfaltado en soledad.
Con una mano en su bolsillo y el último cigarrillo en los labios, avanza tranquilo, con la bruma del alba dejada atrás y las cúpulas geométricas de la ciudad ma cercana, por delante.
Lleva poco dinero y mucho cansancio, pero ni aún en esa situación, deja de ser lo más peligroso que merodea ese paramo entre civilizaciones.
O al menos, eso le reconforta pensar.
El agua escurre y el Sol amanece, es momento de ver el dorado en todo el paisaje, que durará 15 minutos hasta que la luz mute a su esplendor.
No tiene miedo de recorrer la carretera a pie. Después de haber conocido a las criaturas mas variopintas, tiene fe en que se cruzará a la persona que deba conocer en el camino y, caso contrario, su destino tal vez sea seguir ese camino asfaltado en soledad.
Con una mano en su bolsillo y el último cigarrillo en los labios, avanza tranquilo, con la bruma del alba dejada atrás y las cúpulas geométricas de la ciudad ma cercana, por delante.
Lleva poco dinero y mucho cansancio, pero ni aún en esa situación, deja de ser lo más peligroso que merodea ese paramo entre civilizaciones.
O al menos, eso le reconforta pensar.
Bordear el bosque tras la lluvia siempre le reconforta el espíritu. Tras una noche tormentosa y un mal dormir en un bar, los recuerdos de las personas que va conociendo se quedan en su psiquis, les dedica una sonrisa cuando sobrevuelan frente a él, como eventuales gotas de rocío.
El agua escurre y el Sol amanece, es momento de ver el dorado en todo el paisaje, que durará 15 minutos hasta que la luz mute a su esplendor.
No tiene miedo de recorrer la carretera a pie. Después de haber conocido a las criaturas mas variopintas, tiene fe en que se cruzará a la persona que deba conocer en el camino y, caso contrario, su destino tal vez sea seguir ese camino asfaltado en soledad.
Con una mano en su bolsillo y el último cigarrillo en los labios, avanza tranquilo, con la bruma del alba dejada atrás y las cúpulas geométricas de la ciudad ma cercana, por delante.
Lleva poco dinero y mucho cansancio, pero ni aún en esa situación, deja de ser lo más peligroso que merodea ese paramo entre civilizaciones.
O al menos, eso le reconforta pensar.